Pasamos por la gran tribulación
Este es un tema bastante controversial. Pero primero quiero que veamos el grupo de escogidos que el Señor guarda, que son los 144 mil, este remanente, y que nos permitirá diferenciar, con lo que le ocurre a la Iglesia.
Recapitulando, en Apocalipsis 6, comienzan a abrirse los sellos, y aquí hay un llamado a la Iglesia, quienes vemos por las vestiduras, las túnicas blancas. Vemos los versículos 9 al 11, en medio del quinto sello, el clamor por los santos, la Iglesia:
"Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido asesinados por causa de la palabra de Dios y por causa del testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Soberano Señor, Santo y Verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra? Y a cada uno le fue dada una túnica blanca, y les fue dicho que descansaran aún un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos, el de sus hermanos que debían ser asesinados también como ellos. "
Quédense con este elemento clave: La túnica, la vestidura blanca. Y vemos de el papel de los santos en medio de la gran tribulación, como el pasaje anterior ocurre en medio del quinto sello; luego vienen los siguientes, como el sexto sello con el gran terremoto, el sol se vuelve negro, y la luna entera que se vuelve como sangre.
Luego en Apocalipsis 7, se habla de los 144 mil; a estos no se les habla como los santos, la Iglesia, sino un grupo escogido que veo de la simiente de Abraham.
Primero se identifican estos, como los sellados, Apocalipsis 7:4:
"Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de toda tribu de los hijos de Israel."
Y versículos siguientes la cantidad de cada tribu.
Estos son los sellados, los 144 mil, la simiente de la promesa de Abraham. No la Iglesia.
Y vemos luego el papel que tienen, como quienes son rescatados, en Apocalipsis 14 versículos 1 y 3:
"Y miré, y he aquí el Cordero en pie sobre el monte Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, que tienen su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes."
"Y cantan como un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Y nadie podía aprender el cántico, sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los que habían sido rescatados de la tierra."
Esta separación más gráfica de estos dos grupos, los 144 mil, y la Iglesia, se ve en el mismo Apocalipsis 7. Como vimos en este capítulo, versículos 4 al 8 se identifican, se describen los sellados, estos 144 mil. Y en el versículo 9 siguiente, vemos el grupo con vestiduras blancas:
"Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de toda nación y tribu, y pueblos y lenguas, que estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de ropas blancas, con palmas en sus manos."
Estos son los santos, a los que se les dio las vestiduras blancas que vimos en Apocalipsis 6:9-11. Y se describe cómo vencen en Apocalipsis 7:13-14:
"Entonces uno de los ancianos tomó la palabra y me preguntó: ¿Quiénes son y de dónde vienen éstos vestidos con ropas blancas? Y le he dicho: Señor mío, tú lo sabes. Me dijo: Éstos son los que salen fuera de la gran tribulación, y lavaron sus ropas y las blanquearon en la sangre del Cordero."
¿Quién tiene las vestiduras blancas? El que vence, el que no se aparta. A este no se le quita del libro de la vida, como vimos en la Columna 9, en el caso de la Iglesia de Sardis de las siete Iglesias de Apocalipsis; volvamos a ver porque es muy importante:
Sardis, al inicio de Apocalipsis 3:
"Sé tus obras, que tienes reputación de que vives, pero estás muerto. Sé vigilante, y consolida las otras cosas que estaban a punto de morir, porque no he hallado tus obras perfectas delante de mi Dios. Por tanto, recuerda lo que has recibido y has oído, y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, llegaré como ladrón, y no sabrás a qué hora llegaré sobre ti. Pero tienes unos pocos nombres en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo de blanco, porque son dignos."
La promesa si vence:
"Se vestirá con vestiduras blancas, y no borraré jamás su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus santos ángeles."
Vean que en el libro de Apocalipsis hay dos rollos. Está el rollo a las siete Iglesias, rollo que es en el griego original, que se traduce como carta según la versión de traducción, y está el rollo de la revelación celestial que vive Juan en los cielos, que se traduce como libro, pero son la misma palabra rollo.
Entonces, para entender el rollo celestial, primero hay que vivir y vencer en todo lo que el Señor muestra en el rollo terrenal, el rollo a las siete Iglesias en la tierra.
Volviendo a Apocalipsis 7:13-14, salimos de la gran tribulación, pasamos por ella. Y de este pasaje, la versión Biblia textual 4 traduce en el sentido más literal esta frase que es clave:
"Estos son los que vienen de la gran tribulación."
Y el "vienen" es más correcto, a como en el griego original encontramos que se utiliza la palabra "ek/ex", que es preposición primario denotando origen, en este caso, vienen de la gran tribulación; por decirlo de otra manera, pasamos por la gran tribulación, no nos la saltamos.
Entonces, hay 2 grupos en la mano del Señor durante la gran tribulación:
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Los de la simiente de Abraham, los 144 mil, que son sellados, guardados y rescatados.
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La Iglesia, la que, si no mancha sus vestidos, y sale de la gran tribulación, no llorando, sale en victoria de la gran tribulación adorando al Hijo y al Padre; Apocalipsis 7:10-12:
"Y claman a gran voz, diciendo: ¡Atribúyase la salvación a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero! Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: ¡Amén! ¡La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder y la fortaleza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos! ¡Amén!"
¡Qué tremendo es esto!
Pero el diablo ha venido a traer que no tenemos ningún papel en estos acontecimientos, porque con esto quita el gobierno a la Iglesia, para que no utilice toda la autoridad que el Padre nos ha dado como Cuerpo del Hijo aquí en la tierra. Porque de qué sirve, por dar un ejemplo, tener la mejor máquina de ejercicios en la casa, si nunca la ocuparé; o de qué sirve sacar mi pasaporte si nunca viajaré; o de qué sirve pagarle la carrera a un hijo si nunca asistirá a las clases.
De qué sirve que el Señor nos haya confiado el Ministerio de la reconciliación de todas las cosas, así en los cielos como en la tierra, si cuando haya más tribulación, no habrán santos llamados a reconciliar todo en el Padre Dios, poner todos sus enemigos por estrado de los pies de Cristo, para que las cosas viejas pasen, venga el cielo nuevo y la tierra nueva, y Dios sea todo en todos.
También, en Apocalipsis 15:2-3, vemos que se describe la victoria ante la bestia:
"Y vi como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia, y su imagen y el número de su nombre, en pie sobre el mar de cristal, teniendo cítaras de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: ¡Grandes y maravillosas son tus obras, Oh Señor Dios Todopoderoso; Justos y verdaderos tus caminos, Oh Rey de las naciones!"
Estos somos nosotros, quienes vencemos con las vestiduras blancas, que salimos de la gran tribulación, habiendo vencido en ella a la bestia. Vencemos a la bestia, su imagen y el número de su número. ¡Qué tremendo es esto!
Y vemos que el pasaje anterior ocurre después de la caída de Babilonia, que vemos antes en Apocalipsis 14:6-8
"Vi otro ángel volando en medio del cielo, que tenía un evangelio eterno para proclamarlo a los asentados en la tierra, es decir, sobre toda nación, y tribu, y lengua y pueblo, que decía a gran voz: ¡Temed a Dios y dadle gloria, pues la hora de su juicio ha llegado! ¡Adorad al que hizo el cielo y la tierra y el mar, y las fuentes de las aguas! Y otro ángel, el segundo, siguió, diciendo: ¡Cayó, cayó Babilonia, la grande, la que ha hecho beber a todas las naciones del vino ponzoñoso de su fornicación!"
La bestia es como el príncipe de Babilonia. Cae Babilonia, vencemos a la bestia.
Es decir, no solo pasamos por la gran tribulación, sino que somos victoriosos en el proceso de la caída de Babilonia, o no podría describirse esta victoria que tenemos sobre la bestia en el versículo 2 de Apocalipsis 15. También Apocalipsis 14:12 habla de cómo los santos vencen en medio de la tribulación con toda la victoria frente a Babilonia:
"Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús."
No somos llevados antes de la gran tribulación, y debemos perseverar, ser la luz y la sal, los ríos de agua viva, el pan y el vino, la carne y la sangre, ser el Cuerpo de Cristo; somos la llave del Padre aquí en la tierra para atar y desatar.
Perseveremos en sus caminos, y no en los nuestros. Dios es bueno, Cristo es fiel y verdadero.