La Iglesia y las Naciones en medio del rollo del Apocalipsis
Ya vimos en la columna 8 anterior, la importancia de una Iglesia activa, y aún en lo conquistado, no retroceder, o las tinieblas volverán para reclamar lo que les era suyo, parábola del hombre fuerte. Como también nuestro papel en liberar la creación que está sujeta en corrupción, esperando la libertad gloriosa de los Hijos de Dios, la obra de la Iglesia.
¿Y qué ocurre con las naciones, son importantes? ¿Todas las naciones se perderán?
El mundo al decir o pensar en "el apocalipsis", les es hasta un subgénero de películas: Catástrofe, destrucción, el fin del mundo, que no queda nada. Y en lo personal, al llegar a Cristo, así veía que era este libro. Y puede que la Iglesia tenga algo de esto, de pensar que todo será catástrofe, y menos pensar en nuestro papel como Iglesia para los últimos tiempos.
El libro Apocalipsis, cuyo significado literal es Revelaciones, nos revela que las naciones nos desaparecen dentro de esta obra que tenemos por delante. Vemos el cántico de Moisés en Apocalipsis que cantan las naciones, Apocalipsis 15:2-3:
"Y vi como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia, y su imagen y el número de su nombre, en pie sobre el mar de cristal, teniendo cítaras de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: ¡Grandes y maravillosas son tus obras, Oh Señor Dios Todopoderoso; Justos y verdaderos tus caminos, Oh Rey de las naciones! ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Porque sólo Tú eres santo; Por lo cual todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, Porque tus justas acciones se han hecho manifiestas."
Las naciones no desaparecerán: Tenemos el árbol de la vida, que sus hojas son de sanidad para las naciones, Apocalipsis 22:2:
"En medio de su calle, a uno y otro lado del río, estaba el árbol de vida, que produce doce frutos, dando su fruto según cada mes, y las hojas del árbol son para sanidad de las naciones."
Tras el cielo nuevo y la tierra nueva, las naciones van en su Luz, Apocalipsis 21:23-24:
"Y la ciudad no tiene necesidad del sol ni de la luna para que la iluminen, porque la gloria de Dios la iluminó, y el Cordero es su lumbrera. Las naciones andarán a la luz de ella, y los reyes de la tierra le llevarán su gloria."
Pero alguien debe ser luz para las naciones. Y es que la Iglesia no solo restaura la creación en corrupción, la libera, sino también con las naciones, reconcilia todo con el Padre, todo lo creado, así en el cielo como en la tierra. Este es el rol que tenemos en la reconciliación de todas las cosas:
Colosenses 1:20:
"Y por medio de Él reconciliar consigo mismo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz por medio de Él, por la sangre de su cruz."
Este es el gran Ministerio de la reconciliación de todas las cosas que tenemos como responsabilidad como Iglesia. Veamos en mayor profundidad lo que nos habla 2 Corintios 5:18-20:
"Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por el Mesías, y nos confió el ministerio de la reconciliación: Esto es, que Dios estaba en el Mesías reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus pecados, y puso en nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre del Mesías, como si Dios rogara por medio de nosotros: ¡Rogamos en nombre del Mesías, reconciliaos con Dios!"
La obra de Cristo era levantar al hombre, reconciliarnos con el Padre. Y ahora como Hijos de Dios, como Cuerpo de Cristo, tenemos la obra de reconciliar todas las cosas por medio de la sangre de Cristo. Por esto como vemos en Apocalipsis, el Árbol de la vida, que es Cristo, sus hojas, son de sanidad para las naciones.
Ahora los siguientes dos versículos tienen mayor entendimiento, porque hay un Ministerio que tenemos que aún cumplir como Cuerpo de Cristo. El primero, Juan 17:4:
"Yo te glorifiqué en la tierra acabando la obra que me encomendaste que hiciera."
Y es que Jesús nos habla que ya ha completado su obra. Y nos queda como Iglesia con el Ministerio de la reconciliación de todas las cosas, poder cumplir lo que nos dice Hebreos 10:13:
"De ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies."
Desde la promesa de Abraham, Dios siempre ha tenido para su pueblo un rol activo en ser luz para las naciones, serles de bendición, como lo vemos en Génesis 12:2 y Génesis 22:16-18
"Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición."
"Y dijo: Por mí mismo he jurado, oráculo de YHVH: Por cuanto has hecho esto, y no has rehusado a tu hijo, tu único, ciertamente te bendeciré, y multiplicaré inmensamente tu descendencia, como las estrellas de los cielos y como la arena que hay en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos, y en tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto has obedecido a mi voz."
Este último versículo es clave, y es tras la prueba de Fe que Dios le da a Abraham, de estar dispuesto a dar la vida de su hijo Isaac; porque quien sería padre de Israel, debía tener una entrega y Fe como la de Dios Padre que da la vida de su Hijo Cristo Jesús.
Y vemos reafirmada la bendición, la cuál tras conseguir la condición, de estar dispuesto a dar la vida de su hijo Isaac, "por cuanto has obedecido a mi voz", el Señor nos habla del aspecto clave por las naciones: "Y en tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra."
Israel tuvo un propósito por las naciones, pero vemos que luego llegaron a ser más perversos que las naciones vecinas y no lo pudieron cumplir, Ezequiel 5:5-10; "pero se rebeló contra mis leyes y mis mandatos pecando más que otros pueblos; contra mis estatutos, más que las naciones vecinas", vemos en este pasaje, el estado al que llegó Israel. Y viene el castigo con la invasión de Babilonia; que si bien este ejército ingresa a Israel y arrasa con todo, fue el propio pueblo de Dios que abrió su corazón al paganismo, comenzando con graves deterioros como el del rey Acab con Jezabel.
Y este propósito por las naciones no se ha perdido. En el nuevo testamento, se re-afirma este propósito, este pacto de Dios con su pueblo y las naciones; Hechos 3:25:
"Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, al decir a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra."
Esta bendición, a los pueblos, hoy, todas las naciones de la tierra, es parte del proceso de reconciliar todas las cosas, así en el cielo como en la tierra. Pero no debemos contaminarnos con lo que tenemos que limpiar, como vimos en Ezequiel 5:5-10 que Israel cayó. Debemos estar en luz, en Cristo, su camino, para ser limpios, como hemos visto en 1 Juan 1:7.
Y estar limpios es muy importante. En esta obra de reconciliar todas las cosas, incluyendo a las naciones, no contaminarnos de lo caído en las naciones; Levíticos 18:24-28:
"No os contaminaréis con nada de todo esto, porque con todo esto se han contaminado las naciones que Yo expulso de delante de vosotros. Porque esa tierra se corrompió, por tanto he castigado su maldad sobre ella y esa tierra va a vomitar a sus moradores. Vosotros en cambio observaréis mis estatutos y mis decretos, y no haréis ninguna de todas estas abominaciones, ni el nativo, ni el extranjero que peregrina entre vosotros (porque los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, cometieron todas estas abominaciones y la tierra fue contaminada) no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la gente que fue antes de vosotros."
Fíjense en este pasaje, no es Dios, es la tierra vomitando. La tierra tiene voluntad, tiene espíritu, por esto en Romanos 8:19-21 que vimos en la Columna anterior, Pablo nos habla de la tierra como que espera la libertad, como un ser viviente. La tierra no tolera al hombre pecador, pero lo que menos tolera son los Hijos de Dios contaminados. Esto es muy importante, sobre todo para quienes van de misioneros, como Apóstoles, como Apóstol significa enviado, a las naciones. Como dice Apocalipsis, mejor ser frío que tibio. Mayor abominación es el que habiendo conocido la luz, comete igual o mayores atrocidades que el que nunca la conoció.
Y sí, así como Dios quiere que todos seamos salvos, 1 Juan 2:2 y 1 Timoteo 2:4:
"El cual es también la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo."
"El cual desea que todos los hombres sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad."
No porque Dios lo quiera, sino por decisiones propias, muchos se pierden, en casos como la apostasía, quienes abandonan la Fe que nos describe Pablo en 1 Timoteo 4:1-2:
"Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, por la hipocresía de mentirosos que han sido cauterizados en su misma conciencia."
Así también, como muchos hombres se pierden, muchas naciones se pierden. Y ya vemos que hay naciones que ya no existen, y solo queda su testimonio en los libros de historia.
Pero he aquí, a nadie más, ni a los ángeles, ni nada en este mundo, se le ha confiado el ministerio de la reconciliación de todas las cosas más que a la Iglesia.
Y en lo celestial, nos habla el Apóstol Pablo, que juzgaremos a los ángeles, en el contexto de una exhortación a unos Hermanos, en cómo llegaremos a eso si aún las disputas entre nosotros se busca resolverlas en tribunales del mundo, 1 Corintios 6:2-4:
"¿O no sabéis que los santos juzgarán al mundo? Y si el mundo es juzgado por vosotros, ¿sois incapaces de juzgar los casos más triviales? ¿O no sabéis que juzgaremos a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis como jueces a los que nada representan en la iglesia?"
En la reconciliación de todas las cosas, así en el cielo, hasta los ángeles, como en la tierra, somos llamados a ser jueces, a ser partícipes de la corte del Padre; más sobre participar en la corte del Padre, en mi primer libro "Reyes con Amnesia" en mi sitio web SeDespiertan.com.
Veamos entonces, la gran responsabilidad de la Iglesia sobre las naciones.
No olvidarnos de los territorios, los lugares donde habitamos. No somos de este mundo, pero habitamos en este. Hay grandes promesas de autoridad para las Iglesias como ciudades, guardadoras de territorios. Como vimos en la Columna anterior, con Génesis 1:28, las primeras ordenanzas del Señor al hombre, y una de estas, es sojuzgar la tierra. Tras la resurrección de Cristo, en el Nuevo Pacto, toda la creación entre a Cristo, reconciliar todas las cosas en el Hijo y en el Padre.
El Señor permitió que quedara testimonio de lo que le ocurrió a las siete Iglesias en el libro de Apocalipsis. En lo que cayeron, y de lo que se puede perder de bendición con autoridad del Reino de Dios, con los "al que venciere". No dice a las siete Iglesias, "ora para que yo te saque de lo que estás haciendo", como "algo mágico" que ocurra por el solo hecho de recitar una oración. Y por supuesto debemos orar, pero en casos como el de las siete Iglesias, es la misma Iglesia de un territorio la que ha labrado el camino alejado del Señor, y debe tomar acciones para regresar a Dios. No desanimemos, con la ayuda de Cristo y el Padre, pedir perdón y obrar en restitución, y volver a la Casa del Padre. Pero es decisión, acción que debemos tomar como Iglesia. Cristo no fuerza a la Iglesia, pero advierte de lo que sucederá si se continua en el camino errado, de pecado e iniquidad, y la autoridad que se está perdiendo con los "al que venciere le daré...".
¿Y si Juan se hubiera desviado de su camino, de su Fe, quien habría escrito la carta a las siete Iglesias?
La respuesta no la sé, pero sí podemos ver, que Dios siempre necesita de su Iglesia, y para un mensaje tan importante como lo es la carta, el rollo a las siete Iglesias, veo este principio, que quien se levanta para hablar de niveles de justicia y rectitud, la vara de medida de su vida debe ser igual o mayor en justicia, que el juicio que está comunicando.
Y digo juicio que está comunicando, porque cuando leemos la carta a las siete Iglesias, este es un juicio del Señor. Se presentan las partes, cada una de las Iglesias, y se muestran las pruebas, las evidencias, con tanto lo bueno que han obrado, como el camino de tinieblas en el que se están adentrando. Y viene el veredicto, mostrando los dos caminos; continuar en el mismo, y las consecuencias, o volverse al Padre, con el galardón, "al que venciere", que vemos en cada una de ellas.
Veamos también, como a las siete Iglesias del Apocalipsis, el Señor no las nombra por su denominación propia, por su don, por su Ministerio, o por el líder principal. Y las 7 Iglesias son nombradas por el territorio en el que estaban. Así es como Dios ve a las Iglesias, por territorios, y no por denominación u otra división de hombre. Recordemos, sojuzgar la tierra. Si una Iglesia no está luchando por su territorio, está perdiendo el tiempo.
Y sí, en un territorio pueden haber varias congregaciones, llamémosles las Iglesias de un territorio, sabiendo que Dios las ve como una sola Iglesia del territorio; y una puede ser llamada a sanidad, otra para la alabanza, otra para evangelizar, otra a hacer misericordia, otra trabajar con los gobernantes de la nación como el diseño de Daniel, otra para intercesión territorial, otra para preparar y enviar Hermanos a las naciones, pero todas tendrán en común expandir el Reino de Dios en uno o más territorios. Si una Iglesia no lo está haciendo, está perdiendo el tiempo, y solo por misericordia el Señor las sostiene.
Veamos en lo que cayeron, y la promesa de autoridad si vencen, de las siete Iglesias, de Apocalipsis capítulos 2 y 3:
Éfeso:
"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las primeras obras, pues si no, Yo iré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, a menos que te arrepientas."
La promesa si vence:
Le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios."
Esmirna:
"Sé tu tribulación, y tu pobreza (pero eres rico), y la blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas lo que vas a padecer. He aquí que el diablo está a punto de echar en la cárcel a algunos de vosotros, para que seáis probados, y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida."
La promesa si vence:
"No sufrirá daño de la muerte segunda."
Pérgamo:
"Sé dónde moras: donde está el trono de Satanás (...) Tengo unas pocas cosas contra ti, porque tienes ahí a los que sostienen la doctrina de Balaam, quien enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer lo sacrificado a los ídolos, y a fornicar; e igualmente tienes también a los que sostienen la doctrina de los nicolaítas."
La promesa si vence:
"Le daré del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y esculpido en la piedrecita un nombre nuevo que nadie conoce, sino el que lo recibe."
Tiatira:
"Toleras a esa mujer Jezabel, quien se dice profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a fornicar y a comer de lo que se ofrece en sacrificio a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepintiera, pero no quiere arrepentirse de sus fornicaciones. He aquí que la echo en cama, y en gran tribulación a los que adulteran con ella, a menos que se arrepientan de las obras de ella; y a sus hijos mataré con mala muerte, y todas las iglesias conocerán que Yo soy el que escudriña riñones y corazones, y os daré a cada uno de vosotros conforme a vuestras obras. Pero a vosotros, a los demás en Tiatira, a cuantos no aceptan esta doctrina, a quienes no han conocido las profundidades de Satanás (como dicen ellos), digo: No os impongo otra carga. Sin embargo lo que tenéis, retenedlo seguro hasta que Yo venga"
La promesa si vence:
"Le daré autoridad sobre las naciones."
Sardis:
"Sé tus obras, que tienes reputación de que vives, pero estás muerto. Sé vigilante, y consolida las otras cosas que estaban a punto de morir, porque no he hallado tus obras perfectas delante de mi Dios. Por tanto, recuerda lo que has recibido y has oído, y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, llegaré como ladrón, y no sabrás a qué hora llegaré sobre ti. Pero tienes unos pocos nombres en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo de blanco, porque son dignos."
La promesa si vence:
"Se vestirá con vestiduras blancas, y no borraré jamás su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus santos ángeles."
Filadelfia:
"Yo sé tus obras. He aquí que he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar, porque aunque tienes poco poder, has guardado mi Palabra y no negaste mi nombre. He aquí entrego a algunos de la sinagoga de Satanás, de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten. He aquí que los constreñiré de tal modo que vendrán y se postrarán delante de tus pies y reconocerán que Yo te he amado. Por cuanto has guardado la Palabra de mi paciencia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que está a punto de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran en la tierra. ¡Vengo pronto! Retén firme lo que tienes, para que ninguno tome tu corona."
La promesa si vence:
"Lo haré columna en el santuario de mi Dios, y nunca más saldrá fuera, y escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios: la nueva Jerusalem, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo."
Laodicea:
"Sé tus obras, que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Y por cuanto eres tibio, y no caliente ni frío, estoy por vomitarte de mi boca. Porque dices: ¡Soy rico, me he enriquecido y no tengo necesidad de nada! Y no sabes que eres un desventurado y un miserable, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para que te cubras, y no aparezca la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos, para que veas. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo, sé pues fervoroso, y arrepiéntete. ¡He aquí Yo estoy a la puerta dando aldabonazos! Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo."
La promesa si vence:
"Lo haré columna en el santuario de mi Dios, y nunca más saldrá fuera, y escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios: la nueva Jerusalem, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo."
Como Iglesias en la tierra, examinemonos, si hemos caído en algo que han caído las siete Iglesias de Apocalipsis. Y profundicemos en otros caminos de perversión en los que pudimos habernos adentrado. Una cosa es segura, sin importar el camino torcido, siempre, siempre se pierde autoridad como Iglesia.
Es en esto último, que debemos discernir en el Espíritu del Padre, cuando ocurre una catástrofe en la nación, y/o en la misma Iglesia, los caminos que tenemos, ser probados, tengamos un tiempo de Salmo 139:23-24:
"Escudríñame, oh 'Elohim, y conoce mi corazón, Pruébame, y conoce mis pensamientos, Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno."
Es uno quien debe apartar tiempo, y abrirse al Señor con sinceridad. Y en caso de pecado, confesarlo, 1 Juan 1:9:
"Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad."
Recordemos el principio con la historia de Zaqueo, el perdón es con restitución; debemos hacer las obras dignas de arrepentimiento también si nos hemos apartado; hay una posición activa que uno debe tomar. Y el Señor guía en el camino como vimos en Salmo 139:23-24, pero uno debe estar dispuesto a seguirlo, y no irse por otro camino.
Sigamos las promesas, cumplamos las ordenanzas, instrucciones, que el Padre ha dado para cada una de las promesa que hemos visto, y haya expansión en nuestras vidas.
Debemos vencer. "Al que venza" que vemos en Apocalipsis con las siete Iglesias, en griego es "nikao", que significa también, subyugar, literalmente o figurativamente, como también, vencer, victoria, alcanzar la victoria. Esta palabra la podemos ver en versículos como:
Juan 16:33:
"Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis aflicción, pero confiad, Yo he vencido al mundo."
Cristo ha vencido al mundo, y en Él podemos alcanzar la victoria que necesitamos, pero debemos caminar en Él, no fuera de Él y solo clamando su nombre.
1 Juan 5:4-5:
"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?"
Pero este creer que Jesús es el Hijo de Dios, es una Fe en acción, en no hacer cualquier cosa, sino lo que veamos al Padre hacer; veamos 1 Juan 2:13 y versículos 15 al 17:
"Os escribo, padres, porque habéis conocido al que es desde un principio. Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al maligno."
"No améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo: la codicia de la carne, la codicia de los ojos, y la soberbia de la vida, no viene del Padre, sino del mundo. Y el mundo está pasando, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre."
Este vencer, finalmente se puede resumir en la última frase del versículo 17:
"Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre".
Puedes ayunar 40 días y 40 noches, orar todos los días por horas, y saberte la Biblia de memoria hasta en griego y hebreo, pero si no haces la voluntad del Padre, todo lo que haces es estéril. Si no vivimos Juan 17:21, todo lo que hagamos en Su nombre será vanidad y correr tras el viento, y el mundo no nos creerá.
Cómo vencer lo malo del mundo, lo malo en medio de las naciones, Romanos 12:21:
"No seas vencido por lo malo, sino vence con el bien el mal"
En la gran caída del acusador, estaremos en medio las naciones, porque estaremos presente en esta lucha en la tierra; Apocalipsis 12:10-11:
"Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: ¡Ahora han venido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios, y la soberanía de su Ungido, porque fue arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios! Y ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio, y despreciaron su vida hasta la muerte."
Clave este pasaje en la posición activa como Iglesia. En este proceso, participando con el Señor, lo vemos en: "Y ellos lo vencieron en virtus de la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio, y despreciaron su vida hasta la muerte." Por su sangre, vencemos, por su sangre, reconciliar todas las cosas que vimos en Colosenses 1:20, volvamoslo a ver:
"Y por medio de Él reconciliar consigo mismo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz por medio de Él, por la sangre de su cruz."
Apocalipsis 17:14:
"Ellos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con Él son llamados, y elegidos, y fieles."
El papel de la Iglesia, como una que permanece. No basta con ser elegido, también debemos ser fieles para alcanzar la victoria en los últimos tiempos.
No es solo creer, es al que venza, Apocalipsis 21:5-7:
"Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí que hago nuevas todas las cosas, y dijo: Escribe: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo, el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venza heredará estas cosas, y le seré por Dios, y él me será por hijo.
Apocalipsis 7:13-14:
"Entonces uno de los ancianos tomó la palabra y me preguntó: ¿Quiénes son y de dónde vienen éstos vestidos con ropas blancas? Y le he dicho: Señor mío, tú lo sabes. Me dijo: Éstos son los que salen fuera de la gran tribulación, y lavaron sus ropas y las blanquearon en la sangre del Cordero."
Salimos de la gran tribulación con las ropas blancas, ropas blancas que se les dan "al que vence" como vimos en la Iglesia de Sardis, y también los vemos en Laodicea que el Señor les llama a tenerla. Como Cuerpo de Cristo en este proceso, estaremos en distintas naciones, y como hemos visto, las naciones no se pierden. Pero he aquí, ya muchas naciones se han perdido y solo quedan en los libros de historia su testimonio.
Tenemos una responsabilidad grande en la nación que hemos nacido y a las que somos enviados. Amemos las naciones, y saquémonos esa mentira que todo será destruido en Apocalipsis. Porque el diablo quiere colocar la idea en la Iglesia, que en el Apocalipsis todo será destruido para comenzar algo nuevo, malinterpretando el proceso de cielo nuevo y tierra nueva que llegamos en Apocalipsis 21:
Porque este no es un proceso de destruir todo para comenzar algo nuevo, sino del Ministerio que tenemos por delante, de la reconciliación de todas las cosas, así en el cielo como en la tierra. Y al cumplir este Ministerio, esta obra, estaremos en el cielo nuevo y una tierra nueva. El enemigo quiere hacernos ver que el proceso es de destrucción total, pero es de reconciliación total.
Lleguemos a ser vencedores, y proclamemos la expansión de Isaías 54:2:
¡Ensancha el lugar de tu tienda, Extiéndanse las cortinas de tu habitación! ¡No te detengas, alarga tus cuerdas y fortifica tus estacas!