Cristo ya completó su obra, y la que queda pendiente con su Iglesia
Lucas 18:31:
"Y tomando consigo a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalem, y serán cumplidas todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre."
Jesús hablaba del tiempo de morir en la cruz al subir a Jerusalém, y que serían cumplidas todas las cosas habladas por los profetas. No dice que en un tiempo futuro indeterminado serían cumplidas; en lo cronológico, al subir a Jerusalem, todo lo escrito en el antiguo testamento de las profecías de la obra de Cristo, sería cumplido.
Antes que Jesús vaya a la cruz, Él clama al Padre, y dice que la obra ya ha sido completada, como vemos en Juan 17:1-5:
"Estas cosas habló Jesús, y levantando sus ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, así como le diste potestad sobre toda carne, para que a todos los que le diste, a ésos les dé vida eterna. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús el Mesías, a quien enviaste. Yo te glorifiqué en la tierra acabando la obra que me encomendaste que hiciera. Y ahora Padre, glorifícame Tú junto a ti mismo, con la gloria que tenía junto a ti antes de existir el mundo."
Más adelante tras resucitar y presentarse con sus discípulos en Lucas 24:44, Jesucristo confirma que ya se había cumplido todo:
"Y les dijo: Estas son mis palabras, que os hablé estando aún con vosotros: que tenían que cumplirse todas las cosas que habían sido escritas acerca de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos."
Sabemos que Cristo ha vencido, su nombre sobre todo nombre, pero vemos que hay algo pendiente en Hebreos 2:8:
"Todo lo sometiste bajo sus pies. Porque al someter todas las cosas, nada dejó que no esté sometido a Él. Ahora sin embargo, no vemos todavía todas las cosas sometidas a Él."
No que la obra de Cristo no fuera suficiente, nada de eso. Pero debemos entender lo que vimos en profundidad en la Columna 9 sobre el Ministerio de la reconciliación de todas las cosas que el Padre nos ha confiado. Hebreos 2:8 nos muestra que ya todo fue sujetado en lo eterno a Cristo, su obra ya fue completa, pero en lo cronológico, el hombre como Cuerpo de Cristo, aún no ha terminado su obra.
De este proceso nos habla Pablo en 1 Corintios capítulo 15, el proceso de que el Reino de Dios con la Iglesia, se expanda, hasta que Dios sea todo en todos.
Es tremendo este capítulo, y veremos algunos versículos que hablan de esto.
Los versículos 22 y 23, hablan del orden, porque como por uno todos fuimos muertos, por uno todos resucitamos, viendo lo necesario que Cristo para levantar al hombre se hiciera hombre:
"Porque así como en el Adam todos mueren, así también en el Mesías todos serán vivificados. Pero cada uno en su orden: el Mesías, que es las primicias, luego, los que son del Mesías en su venida."
Y luego versículos 24 al 26, viendo el mismo principio de Hebreos 2:8 que vimos, en que todo aún no ha sido sometido a sus pies:
"Luego el fin: cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando suprima todo imperio, y toda autoridad y poder. Porque es necesario que Él reine, hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies, y el postrer enemigo en ser destruido es la muerte."
Y versículo 28 nos habla del fin del proceso:
"Y cuando le hayan sido sometidas todas las cosas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos."
Y no olvidando Hebreos 2:8, el Señor está a la diestra del Padre esperando esto, y para llevarlo a cabo, el Ministerio de la reconciliación de todas las cosas que nos ha confiado.
Queridos Hermanos, Dios es un Dios de diseños perfectos. El Señor cuando da autoridad a la Iglesia es para utilizarla. Tenemos un papel en someter todas las cosas a Él, con la victoria de Cristo sobre toda creación, por medio de su sangre.
Leamos Apocalipsis capítulo 21. Cuán tremendo es lo que se describe.
Pero antes, antes que venga el Señor, el Hijo y el Padre, y la nueva Jerusalén, no haya más dolor, más lágrimas, no haya más noche, y todo lo que vemos a partir de este capítulo. Antes, antes de todo esto, el versículo 1 nos dice:
"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar no existía más."
¿Cómo vendrá el cielo nuevo y la tierra nueva, si la Iglesia no ha terminado el Ministerio que Cristo le ha confiado, de reconciliar todas las cosas, así en el cielo como en la tierra?
Es entonces, más allá de discutir, que si hay arrebatamiento, que si hay si este es antes o después de la gran tribulación, que cómo será el anticristo, que cómo será la gran guerra en el monte de Megido/Megidone, que sí habrá un gobierno mundial del diablo, y tanto más..., veo que el Padre me muestra, que no nos desconcentremos en hacer la obra que nos ha dejado, de no olvidar que la tremenda autoridad de atar y desatar en el cielo como en la tierra, y las puertas del Hades no prevalezcan, son con un tremendo propósito, de reconciliar todo lo que es, en los cielos y en la tierra, con el Padre; para que así se cumpla el final del versículo 28 de 1 Corintios 15 que vimos: "para que Dios sea todo en todos."
Solo cuando la Iglesia complete esta obra, habremos vivido, habremos cumplido el versículo 1 de Apocalipsis 21, y así suceda todo lo que viene a continuación en los siguientes versículos de este capítulo. Es una tarea nuestra, claro, siendo uno como Cuerpo de Cristo, en el Hijo y el Padre que la obramos. Pero no una tarea que el Padre hará por nosotros, o no habría razón de todo lo que nos ha dado que hemos visto. Y es que Dios jamás da autoridad sin propósito.