El espíritu de Esaú como sistema contra la Iglesia hoy
La enemistad en un comienzo de Esaú con Jacob, fueron productos de las acciones de Jacob sobre Esaú.
Para la nación Chile, Dios en un comienzo mostró que Esaú podía ser el pueblo mapuche, por el conflicto que aún se vive con ellos, o al menos que se vive hasta la fecha de la publicación de este libro. Pero más que una entidad, Esaú para la nación podemos entenderlo como un sistema:
Esaú son esos escenarios, donde Jacob, la nación Chile, por sus acciones, ha puesto en enemistad lo que Dios siempre quiso que caminara a su lado para apoyarla, para serle de bendición.
Los mapuches, están enemistados con Chile, por todo lo que les hicieron. Pero, los mapuches tienen un don territorial muy, pero muy fuerte. Recuerdo un profesor de historia en el colegio, que nos enseñaba de los mapuches, que ellos no solo ven el territorio con los límites en la tierra. Que para ellos, si uno pasaba por los aires, como en un avión, sobre su territorio, era como entrar a su territorio. Por decirlo así, la proyección territorial del mapuche no se queda en lo que pisan sus pies, y se extiende hacia los cielos.
Imagínense el poder evangelizador de Reino de Dios, del pueblo Mapuche. No los mueve nadie, ni siquiera de naciones conflictivas (países musulmanes, dictaduras, etc...), si fueran allí. El don territorial del pueblo mapuche es una de las llaves de bendición para todas las naciones.
Los peruanos y bolivianos, también enemistados con Chile, y de quienes también se pensó que eran Esaú. Están enemistados, igual que en el caso de los mapuches, por las acciones de la nación Chile. Ahora quien tuvo o no la razón de la guerra, no veo lo importante en este punto. En guerras fuera de Dios, todas las partes están erradas. Lo que vemos es que Perú y Bolivia no deben estar enemistado con Chile, pero es la situación actual.
Debemos ver las acciones mismas de la nación, como las que nos han separado de lo que Dios ha puesto delante de nosotros como nación, para nuestra bendición para cumplir Sus promesas. También verlo a nivel congregacional y personal.
El sistema de Esaú se levanta, cuando Jacob, la nación, hace lo errado, y causa enemistad con lo que en un principio iba a serle de bendición. Y esto trae atrasos, o hasta estancamientos, en los tiempos de la nación para cumplir la Palabra del Padre, los diseños que Dios tiene para nosotros; lo que nos era de bendición nos termina siendo hasta de maldición.
Este principio debe ser también tomado para todas las naciones. Muchas cosas que pueden estar viendo como conflictos por delante, puedieron ser en un principio las bendiciones que siempre necesitaron, pero que por malas acciones de parte de la nación, por hacer lo errado, ahora lo que es de bendición les es de conflicto y hasta maldición.
Debemos pedir diseños, para quitar estas enemistades. Entrar en la Corte del Rey, para abrir tiempos de reconciliación con restitución; el perdón es con restitución (Lucas 19:8-10). Mucho se habla de "guerra territorial" en el espíritu primeramente para liberar un territorio. Pero quizás el concepto "guerra" nos predispone a ir a la ofensiva, al ataque, a "cortar cabeza", cuando quizás en determinada situación no sea la acción a realizar. No olvidar que el gran ministerio que tenemos como Iglesia es el de la reconciliación de TODAS las cosas, Colosenses 1:19-20:
"Por cuanto plugo que la plenitud de todo habitara en Él, y por medio de Él reconciliar consigo mismo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz por medio de Él, por la sangre de su cruz."
Vemos también en 2 Corintios 5:18-19:
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por el Mesías, y nos confió el ministerio de la reconciliación: Esto es, que Dios estaba en el Mesías reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus pecados, y puso en nosotros la palabra de la reconciliación.”
Siempre, escuchar lo que el Padre habla hoy, antes de hacer una acción, sobre todo una acción por un territorio. Como vimos en Génesis 26, versículo 5, lo primero que reconoce Dios de Abraham, es poder oír su voz. Seamos al menos ovejas, capaces de oír su voz y seguirlo, como vemos en Juan 10:27.
Oro al Padre, para que todo lo recibido en el libro, se multiplique si permaneces en Él, y Dios te guía con quienes debes unirte como Cuerpo de Cristo, y puedas disernir de los que son tibios y solo usan el nombre de Cristo para sus deseos carnales.
Espero que este libro te haya sido de mucha bendición.
Un abrazo.
Cristian Esteban Silva Inestrosa.
Hijo de Dios.