Primer engaño: La venta de la primogenitura

Como comentaba, no sabemos si Rebeca le habló a Jacob de la promesa de Dios. Vemos en Génesis 25:29-34, cómo Esaú despreció su primogenitura cuando se la vende a Jacob por comida. Aparece el primer título de Esaú como Edom, ya que le pide con esta frase, versículo 30, "Te ruego, déjame engullir de eso rojo". Rojo aquí en hebreo es adom. No es la misma palabra hebrea adam para rojo. Este rojo, lo vemos como característica en las vestiduras del Señor vengativo en Isaías 63:2-3:

"2 ¿Por qué están rojas tus vestiduras Y la túnica, como el que ha pisado en el lagar? 3 Yo solo he pisado el lagar, Y de los pueblos nadie había conmigo. Los aplasté con mi ira, Y los pisoteé con mi furor, Su sangre salpicó mis vestiduras, Y manché todas mis ropas."

Este rojo, sería un rojo como la sangre. 2 Reyes 3:22 nos dice:

"Cuando se levantaron de madrugada, el sol brillaba sobre las aguas, y los de Moab vieron desde lejos las aguas rojas como la sangre."

Aguas rojas, utiliza la palabra adom.

La característica que este potaje sea de color rojo como la sangre adom, no creo que fuera al azar. Estas generaciones ya habían recibido del pan y el vino, el cuerpo y la sangre, del Señor, en el encuentro de Abraham con Melquisedec, Melquisedec le da pan y vino a Abraham.

Quien recibe el cuerpo y la sangre de Cristo, también debe ser ministrador a otros del cuerpo y la sangre del Señor, ya que da de lo que tiene. Las aguas del Señor son aguas que fluyen, y no se estancan, lo que recibimos del Padre lo tenemos que dar a otros y no guardarlo solo para uno, o para unos pocos, o todo se pudre en algún momento.

Si vemos la posición de Jacob como quien terminaría siendo el heredero, y cumplir la promesa de Dios con Abraham de tomar la tierra y todo lo que Él ha hablado. Y Esaú como el hermano fuerte que lo ayude, que le sirva, en la conquista y posterior gobernanza de la tierra. Viéndolos a ambos como dos pueblos, dos generaciones, la figura de Jacob sobre Esaú, debe ser la de ministrador de las cosas de Dios, de la naturaleza del Hijo, para que Esaú no se separe de Dios, no se separe de las promesas del Padre, de la voz del Hijo, ya que las generaciones de Esaú también son generaciones de Abraham.

Pero Jacob en vez de ministrar a Esaú del potaje rojo, lo que lo vería como la sangre del Hijo ya ministrada a sus generaciones con el encuentro Abraham y Melquisedec, Jacob decide vendérselo a Esaú. Jacob no ministra a su hermano Esaú en gracia, sino en engaño como chantaje. Ya Esaú le había dicho a Jacob que desfallecía a un punto de morir, y Jacob lo presiona en que jurase que le daría la primogenitura para darle del potaje rojo.

Aquí aparece:

  • Engaño como chantaje de Jacob.
  • Pedir algo a cambio por ministrar las cosas de Dios.
  • Incredulidad de Jacob si sabía de la promesa de Dios y fuerza tener la primogenitura, o si Rebeca su madre nunca le dijo la promesa de Dios a Jacob, Jacob por celo busca chantajear por la venta de la primogenitura para ser el primero.

Es bueno ver todas las contrataciones que ha caído la Iglesia de la nación, donde ha pedido cosas, como dinero, tierras, "estatus social", u otros, al estado o a privados, para ministrar las cosas que Dios tiene para la nación. Debemos encontrar/investigar/interceder y quebrar estas contrataciones en la Corte del Padre, invalidándolas, quitar toda naturaleza de "Jacob el engañador" de la Iglesia de la nación, limpiar en Cristo la historia de la Iglesia de Chile de décadas y siglos atrás.

También dentro de la misma Iglesia, por Ministros (sean Apóstoles, Evangelistas, Profetas, Pastores y Maestros), que se unen a un presbiterio local, de ciudad, o de a nivel nacional, solo para buscar algún beneficio (sea físico, social, y/o celestial), y solo al tener algo a cambio, ministrarán, darán de lo que Dios les ha dado al presbiterio; estas negociaciones "al estilo Jacob", "dame esto y luego te daré esto otro", dentro de la misma Iglesia, es lo que puede llegar retrasar los tiempo de Dios sobre la nación. Es un tema muy delicado, y quizás un hilo muy fino para ver "quién es quién".

Para esta década que comenzó el 2020, la siguiente fase del Padre es la unidad de las Iglesias de las ciudades como una sola; es algo que tenemos que examinar en nuestro corazón, y discernir en quienes se unen a un presbiterio local, de ciudad o nación, que no sean "negociadores a lo Jacob". Creo que tomar la cena, la impartición del pan y el vino, el cuerpo y la sangre de Cristo, en lo que es discernir el cuerpo, pueda permitir ver esto, con quienes se vayan uniendo.