Los bebés y niños que mueren - Los Santos obrando en la Jerusalén Celestial

Uno de los versículos que más me han impactado en los últimos años, es el que ya estamos en la Jerusalén Celestial, y con quienes estamos en ella, Hebreos 12:22-24:

"Sino que os habéis acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios vivo: a Jerusalem la celestial, y a las miríadas de ángeles, a la iglesia de los primogénitos inscritos en los cielos, a Dios, Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos perfectos,y a Jesús, mediador del nuevo pacto, y a la sangre de rociamiento que habla mejor que la de Abel."

Mucho se habla de que la gloria será después de morir, pero las promesas han sido siempre para hoy. Enoc tocó el corazón del Padre, y no tocó la muerte, aún cuando la cruz no había sucedido en el tiempo cronológico. Hoy el diablo busca reducir al máximo la gloria de las promesas del Padre y el Hijo que tenemos hoy.

Este pasaje de Hebreos habla de que ya nos hemos acercado a la Jerusalén Celestial. Y qué encontramos en ella:

- Las miríadas de ángeles: Miríadas en griego es murias, que significa diez mil, pero también significa una multitud innumerable, un número sin límites. Murias tiene raíz en el griego murioi, cuyo primer significado es, innumerable, incontable, y como segundo significado diez mil.

- La Iglesia de los primogénitos inscritos en los cielos: La palabra Iglesia aquí, si vemos la versión King James de la Biblia, veremos que la traduce como general assembly, asamblea general. Esto ya que en este versículo se utiliza el griego paneguris, que significa la reunión de muchos para la celebración de solemnidades, una asamblea pública de festival. La traducción que hace la King James es más exacta en su significado, ya que en este versículo no se está utilizando la palabra griega ekklesia que es la palabra para iglesia. Esto es una asamblea de algunos, no de cualquiera que ha alcanzado la salvación. Habla de los primogénitos inscritos en los cielos. Estos son los que vencieron en su vida, los que vemos en Apocalipsis 7, versículos 9 y 14:

"Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de toda nación y tribu, y pueblos y lenguas, que estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de ropas blancas, con palmas en sus manos. (...) Y le he dicho: Señor mío, tú lo sabes. Me dijo: Éstos son los que salen fuera de la gran tribulación, y lavaron sus ropas y las blanquearon en la sangre del Cordero."

Tribulación aquí es el griego thlipsis, que significa presión, o, metafóricamente, opresión, aflicción, tribulación, angustia, estrecheces. Thlipsis viene del griego thlibo, que significa presionar como a las uvas, presionar fuerte por encima.

Lo que vemos aquí, son aquellos que han vencido, solo por y en Cristo, a todas las aflicciones en su vida. Los que, si bien biológicamente pudieron perecer, han vencido a Cristo, y sirven en la Jerusalén Celestial frente al trono de Dios.

No voy a discutir temas como si existe "el rapto", y si es antes o después de una gran tribulación. Para comenzar, la palabra "rapto" no aparece en la Biblia. Tampoco podemos entender la revelación de Apocalipsis como un relato cronológico. En la misma revelación de Apocalipsis se relata que Juan vió la caída de Lucero, la cual ocurrió antes que el hombre fuera creado.

Por esto mismo ya en el libro de Hebreos se habla de esta asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos. Los que vencieron, no los que son salvos por poco, como vemos en 1 Corintios 3:15:

"Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; si bien él mismo será salvo, aunque así como a través del fuego"

El Apóstol Pablo vio la importancia de vivir en victoria, en la autoridad que hay como Hijos de Dios, como vemos en 1 Corintios 6:2-3:

"¿O no sabéis que los santos juzgarán al mundo? Y si el mundo es juzgado por vosotros, ¿sois incapaces de juzgar los casos más triviales? ¿O no sabéis que juzgaremos a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?"

En la autoridad que tenemos como Hijos de Dios, como operando en la Corte Celestial, no puede haber temor, o se le dará derecho al mundo para que nos juzgue y caiga peso injusto encima nuestro, como peso de murmuración que nos puede dividir, fatigar, y hasta matar. El temor trae división y bajar los brazos. Lo que Dios juzgó no puede ser juzgado nuevamente. En uno, si pasamos por la cruz, no se nos puede acusar, todo ya ha sido cubierto. Por esto mismo juzgaremos hasta a los ángeles.

Por esto Pablo exhortaba a las iglesias, una y otra vez, a ver y dejar sus errores, sus pecados, sus piedras de tropiezo, y alcanzar la madurez de la estatura de la Fe de Cristo, de llegar a su imagen y semejanza.

Como vimos en la habitación de la Corte Celestial, con las 7 cartas a las 7 Iglesias, y las promesas que el Padre da si uno vence en lo que cayeron las 7 Iglesias. Todas estas son promesas para la asamblea general de los primogénitos, y una de las 7 cartas, hace referencia a las vestiduras blancas que vimos, y al estar inscrito que dice Hebreos. Apocalipsis 3:5:

"El que así venza se vestirá con vestiduras blancas, y no borraré jamás su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus santos ángeles."

Entonces, estas son promesas para el ahora.

Ahora, esto es un misterio en el Padre y Cristo que personalmente cada uno debe de profundizar: Todas estas promesas a las 7 Iglesias son para "ahora", para la Iglesia en la tierra y en los cielos, no de cosas que el Señor solo dará en autoridad y bendición cuando uno fallezca biológicamente.

La asamblea general de los primogénitos, es para los que han vencido y biológicamente han perecido, pero también para los que han vencido y estamos aquí en la tierra. Porque las promesas del Padre con las cartas a las 7 Iglesias no son promesas tardías para cuando uno haya fallecido en cuerpo mortal; el destinatario de las cartas eran 7 Iglesias en la tierra. Son promesas, son armas tremendas para los que estamos acá, para la restauración de todas las cosas. Si bien uno fallece en este cuerpo mortal, la misión no termina allí y seguimos operando en los cielos. Aún hoy aquí en la tierra tenemos autoridad si vencemos, para operar en la Jerusalén Celestial, que es la Corte Celestial. Por esto Pablo exhortaba en 1 Corintios a que incluso juzgarán a los ángeles, para que le tomaran el peso a toda la autoridad que el Señor les da, pero no habían vencido, no eran maduros aún.

Selah.

Tenemos entonces, los innumerables ángeles, la asamblea general de los primogénitos. También está el Dios Padre, y Cristo el Hijo del Dios viviente. Y también Hebreos describe:

- Los espíritus de los justos hechos perfectos: Estos son los que no alcanzaron a vencer, en Cristo, en todo en su vida, pero se mantuvieron en justicia. De estos hay dos tipos:

El primero, es de los que no conocieron a Cristo en Iglesia, pero fueron fieles a la conciencia que el Señor les dió. Como vemos este principio de la conciencia en Romanos 2:14-15:

"Porque cuando los gentiles, que no tienen ley, hacen por naturaleza cosas de la ley, éstos, no teniendo ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente con su conciencia; y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos."

Pero aún así, ellos, aún guardando la conciencia con la justicia que viene en ella, a lo largo de su vida no tienen toda la tremenda autoridad como Hijos de Dios. Sí, pueden recibir bendiciones como al cumplir el mandamiento de bendecir a sus padres para ser bendecidos, pero no tienen la autoridad del Padre, como cargar con las iniquidades de generación en generación, que solo en Cristo pueden ser liberados y sanados.

El segundo tipo, son los que son salvos como por el fuego que vimos en 1 Corintios 3:15.

Estos dos tipos, al morir biológicamente, llegan a los cielos, no tienen la misma recompensa que la asamblea general de los primogénitos, la recompensa de los que vencieron. Pero llegan a ser perfectos, llegan a Cristo, toman de la perfección que es Cristo, ahora teniéndolo cara a cara. Aunque no es lo que el Señor quiere, que no alcancemos nuestro propósito en vida, y que pasemos nuestra vida enfermos y haya muerte a nuestro alrededor. Guardar la justicia del Señor, pero viviendo de porrazo en porrazo, de golpe en golpe, y no pudiendo vivir todo lo que el Padre ha preparado para nuestras vidas, Sus caminos para que anduviésemos en ellos, es algo triste.

Todos estos, El Padre Dios, Cristo el Hijo del Dios viviente, los innumerables ángeles, la asamblea general de los primogénitos, y los espíritus de los justos hechos perfecto, son los que forman la nube de testigos que vemos en Hebreos 12:1:

"Por lo cual también nosotros, teniendo alrededor nuestro una tan grande nube de testigos, desprendiéndonos de todo peso, y del pecado que nos asedia, corramos con paciencia la carrera que nos es puesta delante,"

La Jerusalén Celestial es algo que tenemos frente nuestro, a la que nos hemos acercado. Ya hemos visto los principios de la Corte Celestial. Ahora tenemos que ver que en la Corte del Señor, en la Jerusalén Celestial, somos varios los Santos los que operamos como Cuerpo en ella, con los ángeles, y con los que ya "han partido", los que han fallecido biológicamente.

Cuando estés desanimado, en ese día triste, en ese día malo, no solo está Cristo y el Padre en tí, sobre tí está esta tremenda nube de testigos en Cristo, en la gloria del Padre, dándote ánimos, teniendo fe en los que retienen el testimonio de Jesús, obrando con nosotros si permanecemos en Cristo, dando voces y gritos de alegría por cada nueva victoria en Cristo, por cada nueva conquista para el Padre que damos en el mundo. No estamos solos. El diablo te quiere aislar. Somos los preciados del Padre. No lo olvidemos. Somos una gran familia, el Cuerpo de Cristo. Nos hemos acercado, estamos en la Jerusalén Celestial. Bebamos y comamos en la mesa con el Hijo y el Padre, y todos nuestros Hermanos en Cristo.

Selah.

La Jerusalén Celestial es tremenda. Esta está compuesta del Padre, el Hijo, los Hijos, y los ángeles. En Apocalipsis 21 vemos también de qué está hecha esta ciudad. La forman las tribus de Israel. La forman los 12 Apóstoles. Y en Hebreos dice que nos hemos acercado hoy a esta ciudad del Dios vivo. El antiguo y el nuevo pacto, todo se une en la eternidad de Cristo en la ciudad del Padre. Todo lo que ha sido, lo que es, y va a ser, edificado en la Roca, en Cristo, en la Jerusalén Celestial.

Está hecha de nosotros. Como piedras vivas: 1 Pedro 2:5

"Nosotros también, como piedras vivas, estáis siendo edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesús el Mesías."

Somos todos llamados a formarla, Efesios 2:22

"En el cual también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu."

No olvidar que Cristo es el gran edificador, Mateo 16:18:

"Y Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella."

Cristo hace lo que ve hacer el Padre. El Padre es el gran arquitecto, no el hombre, Hebreos 11:10:

"Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios."

Como hombres ayudamos en la edificación y el Padre nos da la responsabilidad como ayudadores en Cristo, de escoger los materiales, los cuales también serán puestos a prueba por el fuego del Señor, 1 Corintios 3:11-15:

"Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesús el Mesías. Si sobre el fundamento alguno edifica oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la mostrará, pues con fuego está siendo revelada, y el fuego probará la clase de obra de cada uno. Si la obra de alguno que sobreedificó, permanece, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; si bien él mismo será salvo, aunque así como a través del fuego."

Vemos aquí que los que edifican con el material correcto, son los que permanecen, los que vencen.

La gran Roca, la piedra fundacional de todo, de la Jerusalén Celestial, es Cristo.

Habitamos en ella hoy. Nos hemos acercado a la ciudad del Dios vivo hoy. Pero también somos ayudadores en su edificación. Cuán tremenda es esta labor. Por esto el Apóstol Pablo dice que todo don, Ministerio, autoridad, sea para edificación de los Hermanos. También que todo se haga en amor, o sino nada vale. Debemos edificar a nuestros Hermanos, al Cuerpo de Cristo, para que la Jerusalén Celestial sea una ciudad fuerte.

La Jerusalén Celestial no está terminada, pero como dice Hebreos, nos hemos acercado a ella. Ya está operando, en dimensiones y obras del Señor tremendas.

Les compartiré una visión, una experiencia que el Señor me dio en la Jerusalén Celestial, una de varias que he vivido.

Pero antes: No, no comparto esta experiencia para que vean "wow, que tremendo lo que viviste", sino para que vean principios de esta ciudad, cómo opera, y que es algo que todos podemos vivir hoy, y que tenemos que vivir. Seré repetitivo, pero el libro de Hebreos no dice, "se acercarán" a la Jerusalén Celestial, o "se pueden acercar", dice "se han acercado". La Palabra dice que ya estamos sentados en lugares celestial. Todo debemos vivirlo en la fe de Cristo, Gálatas 2:19-20:

"Porque yo, por medio de la ley, a la ley he muerto, a fin de vivir para Dios. Con el Mesías he sido juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que el Mesías vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, quien me amó, y se entregó a sí mismo por mí."

En el espíritu ya fue sanada la desconexión, en lugares celestiales estamos con Cristo Jesús. Ahora falta sacar la división de nuestro cuerpo y alma, crucificar toda nuestra carne.

Como dice Gálatas, vivir todas las experiencias que el Reino de Dios tiene para uno, con nuestra propia fe no podemos, no olvidar de tomarnos de la fe de Cristo para esto también. ¡Ya estamos en la Jerusalén Celestial, ahora andemos en ella haciendo la obra de Cristo, hágase la voluntad del Padre, como en el cielo, también en la tierra!

Selah.

Ahora, les comparto la visión:

Esta es la visión que el Señor me dió en Córdoba, Argentina, el año 2019, en una convocatoria de jóvenes, en medio de una ministración con todos los asistentes junto a tremendos Apóstoles, Profetas, y Maestros:

El Señor me lleva a un lugar edificado, como un edificio bien alargado, de tres pisos, en los cielos. No era un lugar cualquiera, era un lugar dentro de la Jerusalén Celestial. En este como edificio, veo a niños en el techo. Cada uno de los tres pisos, eran una gran habitación con cada una su propio diseño, y que al entrar en cada una de ellas, parecía que uno estuviera en otro lugar, no se veían las paredes siempre de lado a lado; lugar sin límites tipo espacio-tiempo como es la Jerusalén Celestial.

En el techo hay varios bebés y niños como jugando y aprendiendo, con ángeles y santos de la nube de testigos edificándolos y ministrándolos. Eran los bebés y niños que habían partido antes de tiempo. Muchos por aborto, estar en medio de guerras y hambrunas, y accidentes trágicos. Por la iniquidad de su familia y/o de la nación, no habían podido vivir los caminos que Dios les preparó desde antes de la fundación del mundo.

En el piso más alto, el interior está edificado de un mármol precioso con líneas de material oro. Mármol de la tierra, y oro que es naturaleza del Padre. Era un piso para vivir la unión de cielos y tierra que vivimos los Hijos de Dios en vida en la tierra, pero que estos bebés y niños no pudieron experimentar en vida en la tierra para madurar. En este piso también hay varias vasijas grandes, parecen casi piscinas, redondas de unos 3 metros de alto, llenas con las aguas del trono, para que de a poco los bebés y niños vivieran lo que es sumergirse en las profundidades del Hijo y el Padre.

En el segundo piso, todo el interior está hecho de piedra lapislázuli. El Señor me dice que esta piedra es expresión de Su alegría. También me dice que en mi país, Chile, hay mucha de esta piedra, pero la nación no toma este diseño y se ha amargado por mucho tiempo. Esta habitación era para que los bebés y niños experimentaran y se llenaran de la alegría del Rey y El Padre.

En el primer piso, todo era muy blanco, resplandeciente. Al entrar es como la vista que uno tiene desde un avión que pasa sobre nubes muy blancas y que brillan con el sol sobre uno. Su interior tiene piscinas, todas ellas llenas, y que se conectan a las aguas del Hijo y El Padre, al mar de cristal.

El Señor en este lugar me lleva a mi y a mi familia a sumergirnos, pero no era como mi yo y mi madre y hermanos en la edad que teníamos en el momento, El Señor nos llevó a sumergirnos como familia en una etapa cuando éramos más pequeños, tiempo en que se produjo un duro quiebre en la familia que produjo heridas en mis hermanos, mi madre y yo, que habían durado hasta ahora, y que se debían sanar. Nos sumergimos en Sus aguas, y luego estamos frente al trono. El Padre comienza a sanar heridas pasadas de mi familia, para poder seguir avanzando y cumplir su propósito en nuestras vidas. También en este momento aparece mi papá que ya falleció biológicamente, ministrando en perdón y sanidad por todo lo ocurrido.

Por esta experiencia que comparto, quisiera aclarar también: Lo vivido en la eternidad no debe ser entendido como algo que podemos situar cronológicamente en la línea temporal que vivimos. Lo que vivimos de experiencia en lo celestial, no necesariamente es algo que solo impacta en el momento cronológico en que se vive; y es que lo eterno trasciende y penetra en el pasado, presente, y futuro.

Este tiempo de ministración con mi familia termina. El Señor luego me revela, que en este lugar, tras haber experimentado sanidad y crecimiento en los lugares anteriores del edificio, se lleva a estos bebés y niños a madurar para ser uno en Cristo, ya con toda Su plenitud, y que luego son enviados como ángeles para guardar a los bebés y niños que puedan estar viviendo dificultades, para que no pierdan la vida, y cumplan su propósito en Dios.

Hasta aquí estuve en este lugar de la Jerusalén Celestial, y el Señor me lleva de regreso al lugar donde El Señor estaba llevándonos a todos en el espíritu en la convocatoria de jóvenes esa noche, a un lugar que era para sanar nuestra tierra y llenarla de semillas del Rey.

En un momento de la ministración, el Señor nos lleva a romper pactos de tinieblas de nuestros antepasados, y a mi me muestra, de algo que ya sabía, que había tenido antepasados brujos. El Señor me confirma que hacía varias generaciones anteriores, sacrificaron a un primogénito; algo ocurrido hace alrededor de un siglo y medio atrás. El Señor me lleva a pedir perdón por esto y cancelar pactos. Luego el Señor me dice que tuviera paz, que ese bebé luego maduró en el Reino, en la Jerusalén Celestial, y fue enviado a guardarme cuando yo era un niño que pasé por dificultades y accidentes, así como a muchos más.

Fue bien shockeante todo esto, pero también de sanidad.

A veces uno pudiera decir que le da vergüenza hablar o escribir para que sea público algo personal que el Señor nos ha mostrado, nos ha revelado, pero nada debiera guardarse si se hace para la edificación del Cuerpo de Cristo.

Vale más edificar a los Hermanos que pasar vergüenza. Debemos ver lo más preciado, y romper el individualismo de lo que vivimos en Cristo.

Esta fue una preciosa experiencia, y que les comparto. Es una parte de la Jerusalém Celestial, y cómo opera hoy a lo que escribo estas palabras.

Selah.

De esta experiencia que les comparto, podemos ver que los que han partido en Cristo, muerto biológicamente, están en la Jerusalén Celestial operando. Lo que les compartí, es solo una de las labores que pueden haber como Ministros, servidores en Cristo en la Jerusalén Celestial. Hay santos que vienen a ayudar en guerras territoriales, protección, sanidad, bajar diseños para el Cuerpo de Cristo en la tierra, entre otros.

Pero hay algo muy importante que me muestra el Señor, que, al principio, puede que no tenga mucho sentido, pero es muy importante de ver. Les comparto:

Hay un recurso de iniquidad muy grande que las tinieblas utilizan hasta el día de hoy, y que surgió cuando los ángeles se cruzaron con los hombres, con las mujeres.

El libro de Enoc, capítulo 10, nos habla del castigo que recibieron, y versículo 12 nos habla del lugar donde están:

"¡Que sus hijos perecerán y ellos verán la destrucción de sus queridos! Encadénalos durante setenta generaciones en los valles de la tierra hasta el gran día de su juicio." (Este libro no se encuentra en la Biblia textual).

2 Pedro 2:4 también hace referencia a este castigo por el acto abominable que cometieron:

"Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al Tártaro los entregó a cadenas de oscuridad, reservados hasta el juicio."

Como también en el libro de Judas versículo 6:

"Y a los ángeles que no guardaron su estado original, sino que abandonaron su propia morada, los ha mantenido bajo oscuridad, en prisiones eternas hasta el juicio del gran día."

De este cruce, nacen los nefhilim, Génesis 6:4:

"En aquellos días (y también después) los nefileos estaban en la tierra, pues toda vez que los hijos de Dios se llegaban a las hijas de los humanos, les engendraban hijos. Estos eran los poderosos que desde la antigüedad fueron varones de renombre."

Nefilim, en hebreo nephilim, que es una palabra con la que se nombraron a los gigantes, y que viene del hebreo nafal, que significa caer, ser echado abajo, fallar, irse a, desertar, y que también significa, hacer caer. Nefilim son los caídos, pero también los que hacen caer. Este misma palabra en hebreo, nafal, es la que el profeta Isaías utlliza para describir al primero que cayó, Isaías 14:12:

"¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Tú, que abatías las naciones, has sido derribado a tierra."

El que cayó, pero que también hace caer.

Los que nacieron de este cruce, son seres que Dios nunca había creado. Ocurre que cuando los gigantes murieron, el espíritu de ellos no tuvo lugar a donde ir, porque no los concibe Dios. Entonces, estos se vuelven espíritus inmundos, quedan ligados al plano terrestre, porque Dios no los acepta, Dios no los creó. Son una abominación de cruce.

Por esto que a estos ángeles que se cruzan con las mujeres, Dios los pone en cárceles eternas, a este nivel de castigo. Vemos que habrá un juicio final, pero vemos aquí que hay un primer juicio, que Dios ni siquiera esperó que viniera la cruz de Cristo para que todo principado y potestad se sujete al nombre de Jesús el Cristo. Fue tan grande la abominación que produjeron estas criaturas, los gigantes, los nefilim, que estos ángeles quedan en estas prisiones eternas.

Pese a lo anterior, no es culpa de los nefilim existir en sí, sino de los ángeles caídos que los concibieron. El Señor sí tiene un plan de salvación para ellos, pero este es un misterio dentro de la obra a realizar de la Iglesia, que los Hijos de Dios en esta tierra, en unanimidad de Cuerpo de Cristo, deben de descubrir y madurar, dentro del ministerio de la reconciliación de todas las cosas que nos ha dado el Padre (2 Corintios 5:18-19). Pero este, es un tema que no se me ha permitido profundizar ahora, ya que es una revelación que se tiene que dar en la madurez de Cuerpo de Cristo, más que algún Ministro del Señor la baje del Padre.

Al morir el cuerpo biológico de los nefilim, sus espíritus quedan errantes en la tierra. Pero no son como cualquier espíritu inmundo, ya que estos tuvieron cuerpos, conocen muy bien los canales del cuerpo físico del hombre porque tuvieron cuerpo como el hombre, y añoran volver a vivir las perversidades que vivieron cuando tuvieron cuerpo. Por lo que buscan volver a habitar en el hombre.

Los demonios como ángeles caídos, uno puede ser influenciado por ellos, y en casos bastante extremos ser poseídos por ellos. Lo último, por lo general, ocurre por pacto voluntario de alto nivel a una entidad demoníaca, o uno fue entregado en pacto de alto nivel cuando niño (por lo general antes de los 12 años) por un familiar con autoridad sobre uno, como pueden ser los padres y los abuelos.

Pero los nefilim, este otro tipo de espíritu inmundo, desea, anhela, y está tras los hombres para habitar en ellos, corromperlos, y como tuvieron cuerpo, les es más fácil entrar y hacer morada en los hombres. Y también aprender de corrupción que también origina el mismo hombre, como dice Génesis 6:5, cuando se llega a esos niveles de oscuridad en que el hombre no es perverso por confusión, llega a ser fuente de perversidades, nido para traer confusión:

"Vio entonces YHVH que la maldad del hombre se había multiplicado en la tierra, y que toda forma de pensamiento de su corazón era solamente el mal continuamente."

Sí, las tinieblas, los demonios, aprenden también de los hombres. Las tinieblas pervierten a los hombres, a los Hijos de Dios, porque solo los Hijos de Dios traen semillas, como vimos en la habitación de los frutos. Y luego el hombre llega a ser fuente de perversidades que contaminan a la humanidad y a toda la tierra, usando los dones y diseños ministeriales que el Padre les dió desde antes de la fundación del mundo. El hombre entonces se convierte en fuente de nuevos diseños de tinieblas. El hombre en estado de Génesis 6:5, les hace escuela y hasta posgrados a los demonios, en nuevas formas de corrupción.

Volviendo con los nefilim, entonces, hoy en día en las regiones espirituales no solo estamos frente ángeles caídos, o potestades territoriales que se tuercen entregado un territorio a las tinieblas, sino que también estamos frente a estas entidades, que entran y salen de los hombres pervirtiéndolos. Esto ocurre si es que el hombre les abre las puertas, o por una iniquidad que es más fácil que entren; las puertas fueron abiertas generacionalmente.

Pero hay un tema importante, que también hay un recurso tremendo de los cielos. Los cielos y la Jerusalén Celestial, como hemos visto, no están solamente los ángeles con Cristo y el Padre obrando. Allí el Señor está a la diestra del Padre, y está allí hasta que todos sus enemigos sean puesto por estrado de sus pies, como hemos visto en la habitación de la Corte Celestial. Pero como hemos visto, están también la congregación de los primogénitos, y los espíritus de los justos hechos perfectos.

Como hemos visto en el libro de Hebreos, ya nos hemos acercado, hoy, no mañana o en un futuro, a la Jerusalén Celestial.

Como la visión que les compartí de la Jerusalén Celestial con los bebés y niños que mueren, cómo son ministrados hasta alcanzar las profundidades y plenitud de Cristo para ser enviados. La congregación de los primogénitos, y los espíritus de los justos hechos perfectos, muchos de ellos son enviados, mensajeros de Cristo. Muchos más sí de la congregación de los primogénitos.

La palabra ángel, en hebreo, es malak, que significa mensajero, representante. Son ángeles enviados, pero ángeles que estuvieron acá en la tierra con su cuerpo. Y obran también con sus propios dones, aunque lamentablemente hasta el nivel de victoria pudieron alcanzar, madurar, en la tierra. No todos alcanzamos la plenitud de Cristo en nuestras vidas en la tierra para conquistar todo lo que el Padre nos dio para nuestras vidas. Pero con todo ese nivel de maduración, de conquista que tuvieron en vida, vienen a apoyarnos como ángeles, como enviados. Y a lo conquistado en vida antes de fallecer, y a lo madurado, y a la sabiduría que crecieron en vida, también Cristo agrega de lo suyo, al poder estar cara a cara con Él.

Cristo les pone más antes de enviarlos. Y la ministración que pueden darnos de sabiduría, dones y diseños, baja de una forma más tremenda a los Hijos de Dios que estamos en la tierra, ya que, por el mismo principio que usan los neflim, los Santos ministran de forma más efectiva, ya que conocen el cuerpo y el alma, vivieron con un cuerpo y con un alma, conocen sus canales, y son más "eficientes" para ministrar.

Aún con lo anterior, hay tremendos ángeles que Dios creó con tremendos diseños en ministración para los Hijos de Dios. Pero, lo que los Hijos de Dios enviados como ángeles ministran a los Hijos de Dios en la tierra, es algo más grande que sabiduría, diseños, y dones, ya que la principal meta, el principal objetivo con su ministración, es, con las victorias, con las conquistas que vivieron en vida, traspasarlas a los que siguen en la tierra, para que sean continuadas a mayores obras. De gloria en gloria, de victoria en victoria, como dice la Palabra.

El Señor trabaja con generaciones, nos ve como generaciones. Y como en una generación sanguínea se pueden traspasar multitud de bendiciones o iniquidades, buenos o malos caminos que se hereden, en la Jerusalén Celestial somos una gran familia todos, un gran Cuerpo de Cristo, y al llegar a ciertos niveles de madurez, de plenitud en Cristo, el Señor puede otorgarme continuar, heredar, las victorias, los dones, la sabiduría, las conquistas, parte o completamente, de un Santo que ahora ya no está en la tierra y está en la Jerusalén Celestial.

¡Qué precioso, poderoso, tremendo diseño es este!

Somos una gran familia en el Padre. Toda familia desde su concepción toma de la identidad del Padre, Efesios 3:14-15:

"Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre, del cual toma su nombre toda familia en los cielos y en la tierra."

A veces los hijos sanguíneos de un preciado Santo del Señor no siguieron a Cristo, o fueron llamados a un Ministerio con diseños distintos que los de sus padres. Pero la herencia de ese Santo no es que se corte al morir biológicamente. Nos reunimos todos, nos hemos acercado todos a la Jerusalén Celestial, y todos como Santos, como Hijos, como Cuerpo de Cristo, somos una solo genealogía en Cristo.

¡Quien edifica a la Iglesia es el Padre, es Cristo!

¡Las generaciones por líneas sanguíneas no tienen más poder como heredad dada y recibida que las generaciones de todos reunidos en uno en Cristo!

Cristo une a los Santos que han partido de la tierra, y une su heredad a los Santos que siguen en la tierra, tengan o no una línea sanguínea entre ellos. Más bien, si las tienen, todos somos cubiertos y llenos de la sangre de Cristo. La sangre de Cristo une a todos los Santos en una sola genealogía del Padre Dios, Hebreos 2:11:

"Porque el que santifica y los que son santificados, son todos de Uno, por esta razón no se avergüenza de llamarlos hermanos."

Muchas de las herencias entre los Santos de la Jerusalén Celestial hacia los Santos en la tierra pueden ser banderas que no pudieron terminar, conquistas, obras, la misión en el Señor que no pudieron terminar, para dársela a otro Hermano que sigue en la tierra, y apoyarlo. Pero no que quien reciba la comisión comience desde cero, sino que comience desde la plataforma en la que quedó el Santo que no pudo terminar la comisión.

La congregación de los primogénitos sigue creciendo. Y con los espíritus de los justos hechos perfectos, están todos allí, obrando en la Jerusalén Celestial. Y van, vienen, suben y bajan, suben y bajan. Y vienen a los Hijos en la tierra, entregan diseños, dan apoyo, ministran. Ya no están en la tierra con el cuerpo físico para ejercer la comisión que fue dada de sojuzgar la tierra, la de poner a todos los enemigos por estrado de los pies del Padre restaurando todas las cosas. Y hasta que no ocurra esto último, no ha llegado el tiempo de que descienda la Jerusalén Celestial con todos los Santos en los cuerpos de resurrección en Cristo. Pero en el espíritu apoyan a los Hijos que están en la tierra. Y también guían a los que han partido, como a los bebés y niños que mueren en esta tierra, quienes en su tiempo también pueden llegar a ser enviados como ángeles para apoyo y edificación de los Santos que están en la tierra.

Selah.

Oro para que sean estos diseños, estas palabras en Cristo, en la vida de cada uno de mis Hermanos. Que día a día despertemos a la realidad en Cristo que vivimos. Que el diablo no nos siga robando todo lo que es el Reino de Dios hoy. Ya nos hemos acercado a la Jerusalén Celestial.

Que se sigan revelando diseños y misterios de las profundidades de Cristo que es la gran ciudad del Dios vivo.

Tenemos un diseño precioso que debemos guardar.

¿Cuán grande es nuestro cuerpo? Lo sabemos, pero no el cuerpo que es de resurrección en Cristo.

¿Cuán grande es nuestra alma y nuestro espíritu? No lo sabemos. Pero sí, que el cielo no puede contener al Padre y al Hijo, 2 Crónicas 6:18 :

"Pero, ¿en verdad ’Elohim habitará con el hombre en la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener, ¡cuánto menos esta Casa que he edificado!"

Cuán grande es nuestro ser... ¡Tan grande para contener al Hijo y al Padre, si se nos ha dado ser uno con Ellos, y vivamos Juan 17:21-23!

Selah.

Antes de terminar esta habitación, y a una semana de terminar el libro, en una prédica que impartió el Pastor Isaías Coronado, el Pastor Isaías habló un tema que poco se ha hablado, y que tiene que ver sobre las profundidades del espíritu del hombre, sus principios, y cómo operar en el Reino de Dios con nuestro espíritu. Les comparto:

Hasta acá hemos visto que nos hemos acercado a la Jerusalén Celestial, pero el Señor también nos puede invitar a otros lugares.

Y sí, estamos en más de un lugar a la vez. Eclesiastés 12:6 nos habla del cordón de plata, el que une nuestro espíritu con nuestro cuerpo. Acá en este capítulo se habla de acordarnos del Señor antes del envejecimiento, por esto el pasaje dice, "antes que se rompa el cordón de plata".

Vemos en el antiguo testamento, que no todo son visiones en sí, sino que los Santos llegan a ser llevados a lugares, como el caso de Ezequiel, cuando el Señor lo lleva a ver las perversidades ocultas de los ancianos de Israel, veamos Ezequiel 40 versículos 2 y 4:

"Él me llevó en visiones divinas a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había como el armazón de una ciudad, hacia la parte del sur. (...) Y aquel varón me habló diciendo: Hijo de hombre, mira con tus ojos, y oye con tus oídos, y pon tu corazón sobre todo lo que te mostraré, pues has sido traído aquí para que yo te lo muestre y para que declares a la casa de Israel todo lo que ves."

Uno es llevado. Vemos también en 2 Corintios 12:2-4 que Pablo fue arrebatado, llevado al Paraíso. El Señor es quien nos invita a estos lugares, no se entran a la fuerza, como vemos con el Apóstol Juan en Apocalipsis 1:10-12. Aquí Juan estaba orando, escucha la voz del Señor, se abren los cielo, y luego en Apocalipsis 4 Juan es invitado. En Apocalipsis 4:1 Juan dice que una voz le dijo "sube acá". Ser llevado, invitado a una dimensión de los cielos. Todos los cristianos tenemos la capacidad de estar en el espíritu y entrar a las dimensiones celestiales. Esto no es viaje astral de las tinieblas, y en Cristo no se pierde la conciencia de ninguno de los sentidos, a diferencia de las tinieblas, uno tiene todos los sentidos, Juan hasta escribió lo que veía al ser llevado, más de un lugar a la vez. Nosotros entramos a lugares espirituales por la puerta, por Cristo. Los brujos lo hacen por las dimensiones bajas, el que entra por la ventana es ladrón dice el Señor. Y los Hijos de Dios somos invitados a áreas del Reino de Dios.

Sean despertados todos nuestros sentidos, en espíritu, alma, y cuerpo. Operemos en la Jerusalén Celestial, y en los lugares espirituales que el Señor nos permita entrar.

Ahora también, no digo, solo podemos estar hasta en dos lugares a la vez. Ya que, a diferencia del antiguo pacto, ahora en el nuevo pacto, con Cristo, somos uno en Cristo y el Padre, y podemos llegar a alcanzar toda Su plenitud. Podemos, según el nivel de madurez y profundidad en Cristo, vivir todas sus dimensiones. Tal vez en el ahora, en nuestro tiempo en la tierra de ahora, no ser omnipresentes como Él es, pero sí estar en más de dos lugares a la vez. Todo sea hecho en amor como dice la Palabra, en el amor de Cristo, y sea para edificación del Cuerpo de Cristo y la restauración, la reconciliación, de todas las cosas.