El Ministerio de Cristo desde antes de la fundación del mundo
El Señor ha hablado hace varios años, que profundicemos en el Ministerio de Cristo antes de su encarnación.
Es algo precioso, tremendo, cómo la obra del Señor Jesús que culmina en la cruz, comenzó miles de años antes, y antes del tiempo y todo lo creado en sí.
Cual regocijo ver, experimentar, la obra del Señor al lado del hombre por tantos milenios, y desde antes de la fundación del mundo.
Vemos en Apocalipsis cómo Cristo fue sacrificado desde la fundación del mundo, Apocalipsis 13:8:
"A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida, el libro del Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo." (esta versión es de la NVI).
El Señor, la Palabra, la Verdad, la Sabiduría, ya estaba antes de la obra de la fundación del mundo, Proverbios 8:22-23:
"YHVH me poseía en el principio, Ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente estaba establecida, Ya en el principio, Antes de los orígenes de la tierra."
También, vemos que todo lo que fue el antiguo pacto, el antiguo testamento, fue Cristo mismo, Lucas 24:44:
"Y les dijo: Estas son mis palabras, que os hablé estando aún con vosotros: que tenían que cumplirse todas las cosas que habían sido escritas acerca de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos."
Jesús se despojó de todo para estar siempre con el hombre y con toda la creación, antes de que todo fuese creado. Él es fiel y verdadero desde antes de los tiempos. Por esto todo el antiguo pacto muestra a Cristo. Al ser el tiempo de ir a la cruz, Jesús le pide al Padre, al ser consumada, terminada, su obra, que le vuelva a dar la gloria que tenía desde antes de la fundación del mundo, Juan 17:5:
"Y ahora Padre, glorifícame Tú junto a ti mismo, con la gloria que tenía junto a ti antes de existir el mundo."
Jesús ha estado, está, y estará siempre eternamente. Es importante de entender, a quién vieron los Santos en el antiguo pacto. Al Padre Dios nadie lo vio jamás, y solo es visto por medio de Jesús. Veamos estos tres versículos:
Juan 6:45-46: "Está escrito en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Todo el que oyó de parte del Padre, y aprendió, viene a mí. No que alguno haya visto al Padre, excepto el que es de parte de Dios. Éste ha visto al Padre."
Juan 14:8-9: "Le dice felipe: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dice: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y no me has conocido felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre?"
Juan 1:8: "Nadie ha visto jamás a Dios; el Unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él lo reveló."
¿A quién vieron, Moisés, y el pueblo de Dios, en el antiguo pacto? Ellos vieron al Señor Jesús antes de ser encarnado. Desde el principio el Señor Cristo Jesús ha estado con el hombre. Como vemos en Juan 1:8, nadie ha visto jamás a Dios incluso en los tiempos de Jesús ya encarnado, y El Padre se muestra por Cristo, quien está en el corazón del Padre.
Veamos el caso de Josué. Pero antes, es importante de ver cómo ningún ángel que sirve al Señor deja que le adoren, como vemos con el Apóstol Juan en Apocalipsis 22:8-9:
"Y yo, Juan, soy el que oí y vi estas cosas. Y cuando las hube oído y visto, caí para adorar delante de los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero me dice: ¡Mira, no! Soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este rollo. ¡Adora a Dios!"
Este principio eterno es muy importante. Ningún ángel que viene del Padre, permite que lo adores, Y lo vemos con Josué, que no era un ángel quien se presenta ante él, a quién se postra a adorarlo, Josué 5:12-15:
"Y después que hubieron comido del producto de la tierra, el maná cesó en la mañana, y ya no hubo más maná para los hijos de Israel. Y aquel mismo año comieron del fruto de la tierra de Canaán. Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, levantó sus ojos y he aquí que vio a un varón en pie frente a él con su espada desenvainada en su mano. Y Josué fue hacia él y le dijo: ¿Eres tú de los nuestros o de nuestros adversarios? Y él dijo: No, Yo soy Príncipe del ejército de YHVH que he venido ahora. Y Josué cayó en tierra sobre su rostro y adoró, y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Respondió el Príncipe del ejército de YHVH a Josué: Quita el calzado de tu pie, porque el lugar donde tú estás es santo. Y Josué hizo así."
Es interesante también en este pasaje, como aparece el Señor cuando cesa el maná, y es que el maná literalmente significa en hebreo "qué es esto". Por esto Jesús ya encarnado les dice a los filisteos en Juan 6:47-49 lo siguiente:
"De cierto, de cierto os digo: El que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Éste es el pan que desciende del cielo, para que quien coma de él no muera: Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Y ciertamente, el pan que Yo daré por la vida del mundo es mi carne."
Jesús les estaba diciendo, "yo soy el maná, yo soy el "qué es esto", yo soy el pan que desciende de los Cielos".
También es interesante la figura del maná con lo siguiente: Lo que era en el antiguo pacto era sombra de lo que iba a venir. El maná no podía ser guardado, y debía ser buscado cada día. Así debemos buscar el pan diario del Señor cada día, no alejarnos de Él que es la fuente. El maná de ayer no me sirve para comer hoy. La revelación de ayer me sirve, por ejemplo, para una decisión de ayer, pero no para una decisión de hoy.
Cuando Jesús les dice a sus discípulos cómo orar al Padre Dios, declara: "Oren así, Padre nuestro... danos nuestro pan de cada día". Lo anterior no es solo por una alimentación biológica, sino también una alimentación de todo nuestro ser, de nuestro espíritu, alma, y cuerpo, que debe ser nueva, fresca cada día.
Josué reconoce al Señor como el Príncipe del ejército de Dios, pero aún no era el tiempo de ser revelado quién era, que es lo lo que vemos en Mateo 16:16, cuando a Pedro se le revela que Él es el Cristo el Hijo del Dios viviente.
El Señor estuvo vez tras vez con los hombres por miles de años, habiéndose sacrificado desde antes de la fundación del mundo.
¿Y cuál fue ese sacrificio? Era la gloria que tenía, lo que vemos vuelve a tener luego de pasar por la cruz, Juan 17:1-5:
"Estas cosas habló Jesús, y levantando sus ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, así como le diste potestad sobre toda carne, para que a todos los que le diste, a ésos les dé vida eterna. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús el Mesías, a quien enviaste. Yo te glorifiqué en la tierra acabando la obra que me encomendaste que hiciera. Y ahora Padre, glorifícame Tú junto a ti mismo, con la gloria que tenía junto a ti antes de existir el mundo."
En la cruz Jesús ya había terminado su obra, y, como leemos en el pasaje anterior, Jesús habla de la gloria que fue despojado, que leemos en Apocalipsis 13:8, "el libro del Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo."
El Señor Jesús batalló siempre por el pueblo de Dios en el antiguo pacto, aún cuando quedó solo, sin ningún ángel más que el príncipe Miguel.
Vemos en el libro Daniel capítulo 10, cuando el Señor se presenta ante el profeta Daniel. Del versículo 5 al 6 se ve la descripción del Señor que vemos que se produce en la transfiguración de Jesús en Mateo 17, y vemos también esta imagen de Cristo en el libro de Apocalipsis. Veamos estos cuatro pasajes:
Daniel 10:5-6: "Y alzando mis ojos miré, y he aquí un varón vestido de lino blanco, ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como un crisólito, su rostro como un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego. Sus brazos y pies tenían la refulgencia del bronce incandescente, y el sonido de sus palabras era como el estruendo de una multitud."
Mateo 17:2: "Y fue transfigurado ante ellos, y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se hicieron blancas como la luz."
Apocalipsis 1:12-15: "Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los siete candelabros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una túnica talar y ceñido a la altura del pecho con una faja de oro. Su cabeza y los cabellos eran blancos como lana blanca, como la nieve; y sus ojos, como llama de fuego. Sus pies eran semejantes al bronce bruñido, como en un horno encendido, y su voz, como el estruendo de muchas aguas."
Apocalipsis 19:12: "Sus ojos son llama de fuego, y hay muchas diademas sobre su cabeza, donde tiene un nombre escrito el cual nadie conoce, sino Él mismo."
Continuando con Daniel capítulo 10, vemos luego cómo el profeta cae postrado ante Él, Daniel 10:7-11:
"Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, pero un gran temor se apoderó de ellos y huyeron para esconderse. Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en abatimiento, y no tuve vigor alguno. Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí de bruces desfallecido, con mi rostro en tierra. Pero he aquí una mano me tocó, e hizo que me enderezara sobre mis rodillas y las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie, porque a ti he sido enviado ahora. Y cuando me hubo dicho esa palabra, me puse en pie temblando."
Es interesante, como Daniel queda solo. También, si bien el Señor estaba despojado de su gloria, ocurre algo que traspasa el tiempo cronológico con alguien con la estatura de fe de Daniel, y Jesús puede manifestar su gloria para que Daniel la pudiera experimentar, aún cuando cronológicamente no había terminado su obra y ocurrido su resurrección tras la cruz. De esto veremos más adelante en la habitación "adelantando los tiempos".
En los siguientes versículos de Daniel 10, vemos la situación del Señor sacrificado, despojado de su gloria desde antes de la fundación del mundo, luchando por su pueblo, pasando milenios, generaciones con ellos, la inexpresable gran lucha que tuvo, Daniel 10:12-14:
"Me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras he venido. El príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días, pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días, aunque queda otra visión para aquellos días."
Al estar despojado de su gloria, nada se le sujetaba al Señor en los cielos, y solo un ángel quedaba, Miguel uno de los principales príncipes.
Más adelante en este capítulo de Daniel, vemos como el profeta lo ve con una "semejanza al Hijo del Hombre", descripción similar a la de Josué que lo ve como "varón".
Terminando el capítulo, vemos cómo el Señor fortalece y anima a Daniel y le dice lo que vendría, Daniel 10:18-21:
"Entonces, aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas. La paz sea contigo. ¡Esfuérzate y aliéntate! Y no bien hubo hablado, recobré las fuerzas, y dije: ¡Hable mi Señor, porque me has fortalecido! Él me dijo: ¿Sabes para qué he venido a ti? Ahora tengo que volver para luchar contra el príncipe de Persia, y al terminar con él, vendrá el príncipe de Grecia. Pero te declararé lo que está escrito en el rollo de la verdad. Nadie me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe."
Es Jesús mismo quien da las profecías en el antiguo pacto. Es quien fortalece, quien animó al pueblo, quien los guió.
Jesús es el espíritu de la profecía, Apocalipsis 19:10:
"Y yo caí ante sus pies para adorarlo, pero me dijo: ¡Mira, no!, que soy consiervo tuyo y de tus hermanos, de los que retienen el testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios! porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía."
El Espíritu Santo nunca estuvo con el hombre en el antiguo pacto, nunca se nombra tampoco. El Espíritu Santo no iba a venir y estar en los hombres hasta que el Señor sube a los cielos luego de la Cruz, veamos estos dos versículos:
Juan 14:15-17: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y Yo rogaré al Padre y os dará otro Paracleto, para que esté con vosotros para siempre: El Espíritu de la Verdad, al cual el mundo no puede recibir, pues no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros."
Juan 16:7-14: "Pero Yo os digo la verdad: Os conviene que Yo me vaya, porque si no me voy, el Paracleto no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando Él venga, redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio. De pecado, porque no creen en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me veréis más; y de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga Aquél, el Espíritu de la Verdad, os guiará en toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará cuanto oirá, y os anunciará las cosas que han de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo anunciará."
Es el Señor quien siempre estuvo. ¡Gloria a Dios! Lo que dice Jesús en la cruz en Juan 17, "Yo te glorifiqué en la tierra acabando la obra que me encomendaste que hiciera", comenzó mucho antes de que fuera encarnado.
¿Y cuál era el tiempo para que Jesús fuera encarnado? ¿Qué se tenía que cumplir? ¿Por qué no pudo ser antes para evitar tantos milenios de muertes? Jesús era Hijo de Hombre, Hijo de Dios, por lo que pertenece a las generaciones del hombre, del trono de David. Y como en toda generación en la que uno nace, uno hereda, y esto debió de ser cuando las generaciones de David alcanzaran un punto. No sé si llamarlo como un "punto de madurez". Este es otro misterio que el Señor me ha hablado, pero que antes debo de terminar de escribir sobre el presente misterio, que es este libro, para tenerlo más claro. O sea para que algún otro Hermano en Cristo, sea este uno o más, lo desarrolle.
Otro interesante evento, es cuando el Señor se presenta frente a Abraham, y le da de comer. Lo vemos en Génesis 18, versículos 1 al 16. Es extenso para colocarlo, para que lo lean en sus hogares. Cito sí el versículo 1, que es el que marca la diferencia de lo que sucedió, ya que dice literalmente que se le apareció, no que Abraham tuvo una visión, o que fue llevado ante YHVH, ante el Señor, en los cielos:
"Después se le apareció YHVH en el encinar de Mamre estando él sentado a la puerta de la tienda en el más intenso calor del día."
Por esto el Señor dice a los judíos que Abraham vio el día del Señor y se alegró, como cuando lo ve en esta oportunidad. Pero los judíos cuestionaban a Jesús por su edad biológica cuando decía que Abraham lo vio, y Jesús les responde en Juan 5:58:
"Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham llegara a ser, Yo Soy."
Cristo es el Yo Soy. A Dios no se le puede encerrar en el tiempo cronológico del hombre, de la creación, y menos hacerlo para poder entenderlo. El Apóstol Pedro trata de romper este paradigma expresando de estas profundidades, aunque aún el lenguaje se queda corto para poder explicarlo, 1 Pedro 1:20:
"Escogido ciertamente antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los tiempos postreros por amor a vosotros,"
Moisés al subir el monte Sinaí, sube primero solo, y antes de bajar las tablas de la ley, luego sube con los líderes, con los ancianos de Israel, y todos experimentan con Moisés, el mismo nivel, y de comer y beber con el Señor, Éxodo 24:9-11:
"Y subió Moisés con Aarón, Nadab y Abiú, y con setenta de los ancianos de Israel, y vieron al Dios de Israel: Bajo sus pies había como una hechura de piedra de zafiro, semejante en pureza a los mismos cielos. Y no extendió su mano contra los distinguidos de los hijos de Israel que pudieron contemplar a ’Elohim, y después comieron y bebieron."
Un principio importante que también vemos en este pasaje, es que tras esas victorias en Cristo, debemos comer y beber con nuestros Hermanos que nos han acompañado, quienes han venido con uno a estar a la misma altura, el mismo nivel de madurez en Cristo, y no se han quedado atrás. Para comer y beber de todo lo recibido, y compartir y recibir más de Cristo.
Que tremendo, es ver como el Señor siempre ha estado con el hombre, y desde antes que todo fuera creado, y cómo los Santos antes de que Jesús se encarnara, pudieron compartir con Él cara a cara a rostro descubierto.
Selah.
Cristo vino por todos; todo lo que hizo, hace, y hará, es por todos. Y esto es muy importante. Cristo, quiere que todos sean salvos, este es el plan original, no olvidar, 1 Timoteo 2:3-4:
"Esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador, el cual desea que todos los hombres sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad."
El sacrificio eterno de Cristo es tan tremendo, que ya ha cubierto los pecados de todos. Aún los pecados de los que aún no creen en Él, de los que aún no han tomado de esta salvación, 1 Juan 2:2:
"El cual es también la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo."
Somos pueblo escogido, pero desde la promesa con Abraham, Dios tiene a su pueblo santo, pero no para que se encierre en "4 paredes". Dios los ama a todos, a todos los pueblos. Dios quiere salvar a todas las naciones, desde un comienzo, este siempre ha sido el plan, Génesis 18:18:
"Porque ciertamente Abraham llegará a ser una nación grande y fuerte, y en él serán benditas todas las naciones de la tierra."
Quitémonos esas vendas de religiosidad de ser un "grupo exclusivo". Muchos llamados pero pocos los escogidos dice la Palabra, pero el diseño es para llegar a todas las naciones, a todos los hombres. Todo lo que Cristo ha hecho desde antes de la fundación del mundo, ha sido por amor a todos los hombres, y no debemos ser menos que esto como Hijos de Dios, co-herederos con Cristo Jesús aquí en la tierra.
Selah.
Agradezco al Señor por la vida de líderes tremendos que ha puesto en mi vida, como el Pastor Isaías Coronado, y el Pastor fernando Orihuela para poder recibir de esta impartición. Ya que mucho de lo revelado, ha sido gracias a lo impartido por estos tremendos líderes, presbíteros, en Cristo. Y gracias al Señor que haya sido todo en el tiempo prudente, aunque por mi mismo me he retrasado, en dar este fruto que es este libro.
Este es el primer libro que escribo, mi primicia que doy al Señor. Y la primera habitación es la primicia dentro del libro, y es sobre el Cordero, Cristo, la gran primicia del Padre por todos nosotros y todo lo creado.