Gustando la vida, gustando la muerte - El Padre come de los frutos de sus Hijos
Visión que el Señor me muestra (los selah en esta visión no es esa "pausa" en la lectura como en el resto de las habitaciones que comento al comienzo del libro):
Dios da semillas a sus Hijos. Selah.
Luego Dios come los frutos de sus Hijos, y se goza.
Los Hijos de Dios que no son del mundo, pero que están en el mundo, con las semillas del Padre, dan frutos en el mundo, en lo caído. Dan fruto en Cristo para redención del hombre y todo lo creado, hasta poner a todos sus enemigos por estrado de sus pies.
Se van uniendo cielos y tierra cuando Dios come los frutos de sus Hijos. Lo no creado donde está El Padre, y lo creado que se había perdido, se van haciendo uno. Selah.
Y el Padre derrama mayor autoridad en sus Hijos, y los Hijos dan mayores frutos que los frutos primeros. "En quien en lo poco es fiel, en lo mucho lo pondré". "De gloria en gloria, de victoria en victoria". Selah.
"Queda poco. ¡Se valiente!. Queda poco para que todo sea uno conmigo, mi Hijo, sus Hermanos, y todo lo creado en mi Hijo. Queda poco para que veamos el cielo nuevo y la tierra nueva. ¡Se valiente con las semillas que te doy hoy, no te separes de mi Hijo ni de mí, tú también eres mi Hijo preciado!"
Veamos sobre los frutos. El principio de los frutos para experimentar algo:
Sin importar la cultura en que se nazca, un bebé comienza a experimentar todo lo que tiene a su alrededor, y para hacer esto, se lo lleva todo a la boca.
El hombre para comenzar a experimentar a Dios, el Señor lo hace a través del fruto del Árbol de la Vida, que es Cristo mismo como fruto. Pero el hombre antes de caer con Adán, varón y varona, no llega a comer de este fruto y come el fruto torcido. No llega a experimentar a Cristo y llenarse de Él, sino que experimenta la iniquidad, lo torcido, y se pierde.
Cuando en la Biblia dice "conocer", significa experimentar. Por esto cuando la ley dice, por ejemplo, no ver la desnudez de nuestros Padres, se refiere a experimentar la desnudez, esto es, tener relaciones sexuales. O como cuando Lot recibe a los ángeles de Dios, y de la ciudad quieren entrar para "conocerlos", Génesis 19:5, querían tener relaciones sexuales con los ángeles. Hay un poder de unión en la relación sexual, que los seres espirituales han buscado con los hombres, y viceversa, para buscar poder, sabiduría, etc..., y que por esto la fornicación en templos paganos con sus dioses, por medio de sacerdotisas paganas fue de lo que más dañó a la nación Israel. Pero este es otro tema.
Lo que es importante de ver, es que al conocer la desnudez de otro, damos fruto para bien o para mal.
Génesis 4:1, nos dice que cuando Adán conoció a Eva tuvieron su primer hijo Caín, es decir, aquí recién después de la caída tuvieron relaciones sexuales. ¿Podría ser que como Varón y Varona antes de caer, no tuvieron relaciones sexuales, no fueron uno?¿Y varona se separa del varón, y estando sola es "engañada" por la serpiente, y luego ambos comen del fruto prohibido por la división que tenían, la unión que nunca tuvieron?
Bueno, lo anterior es un misterio para profundizar en Cristo. Lo que podemos ver es que Adan y Eva solo fueron hechos a imagen y semejanza de Dios y el Hijo, y antes de caer experimentaron el bien y el mal pero nunca llegaron a experimentar a Cristo, al Padre. Parafraseando 1 Corintios capítulo 15: Por un solo hombre, el primer Adán, todos experimentamos el mal, pero no experimentamos a Dios. Pero con el postrer Adán, Cristo, aún habiendo experimentado el mal, somos nueva criatura para experimentar al Hijo y al Padre, y ser uno con Ellos.
Cristo toma el lugar del hombre, y se come el fruto de la muerte, de separación de Dios, producto del hombre haber experimentado el mal. Pero en Cristo sólo hay luz, y el fruto de la muerte que come no lo toca y desaparece la muerte, por esto Juan dice en Juan 1:5:
"La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella."
El libro de Hebreos dice que el Señor gustó la muerte por todos, Hebreos 2:9:
"Pero vemos a Aquél que fue hecho un poco menor que los ángeles: a Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustara la muerte por todos."
En este versículo, la palabra gustar en hebreo es geuomai, que significa gustar, por implicación también comer, y también significa figurativamente experimentar algo (bueno o malo).
En la cruz, antes de morir y entregar su Espíritu, el Hijo, quien nunca había experimentado la muerte, comienza a experimentar la muerte por primera vez probando la muerte con la boca, literalmente gustando la muerte, como vemos en Mateo 27:48-50:
"Al instante, uno de ellos corrió y tomó una esponja, y empapándola en vinagre, la puso en una caña y le dio de beber. Pero los demás decían: Deja, veamos si Elías viene a salvarlo. Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, entregó el espíritu."
El vinagre es el vino que se vence. "El vino que ha muerto". Si bien hoy en día existen métodos de producción de vinagre, en este tiempo el vinagre era de toneles de la producción del vino que se agriaba, o se ponía malo.
El Señor experimenta la muerte por primera vez por su boca. Es algo tremendo de ver.
Hay un gran misterio con la boca del hombre para que profundicemos en ello. Mateo 15:18-20:
"Pero las cosas que salen de la boca provienen del corazón, y ésas contaminan al hombre. Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, difamaciones. Estas cosas son las que contaminan al hombre, pero el comer con manos no lavadas no contamina al hombre."
Hay una conexión fuerte entre nuestro corazón y nuestra boca.
Por esto también vemos que Jesús dice que sus Palabras son espíritu y vida, Juan 6:63:
"El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha nada. Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida."
No existen las cosas neutrales. O se hay vida, o se hay muerte. Nuestras palabras pueden ser para dar muerte, o para dar vida. Como el Señor anunció la Vida del Padre, así también nosotros tenemos que hacerlo, Hechos 5:20:
"Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta Vida."
La Palabra del Señor produce vida en abundancia, se expande, Hechos 13:47-49:
"Porque así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto por luz de las naciones, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. Y los gentiles, al oírlo, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor. Y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna, y la palabra del Señor se difundía por toda la región."
Debemos entender que todo lo que se habla regresa con un fruto, no vuelve vacío, Isaías 55:11:
"Así será mi Palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, Sino que hará lo que Yo quiero, Y cumplirá aquello para lo cual la envié."
Esto es para bien o para mal. La Palabra que salió del Padre fue Cristo y da fruto que permanece y no acaba en toda la eternidad. Las palabras que decimos traerán algo de regreso en nuestras vidas, en nuestra familia, en nuestra congregación, y hasta en toda la nación. Por ejemplo, por esto es que es tan delicado murmurar dentro del Cuerpo de Cristo, porque produce división, separación. "Un reino dividido no permanece" dice el Señor.
Todas las cosas deben hacerse a la luz, no en lo oculto. Por esto la Palabra dice que si alguien peca, lo confiese públicamente, para sanidad de la persona, su familia, de todo el Cuerpo de Cristo, y hasta de la nación.
Cada vez que hablamos, sale agua de nuestras bocas, aunque en cantidades pequeñas que no vemos a simple vista.
Debemos ver el tema de las aguas. Jesús en la cruz no solo derramó su sangre, también derramó sus aguas cuando le perforan un costado con una lanza. La Biblia comienza con Génesis hablando de las aguas. Jesús antes de morir, exclama a gran voz por sus aguas, Juan 7:37-38:
"En el último día, el más grande de la fiesta, Jesús se puso en pie, y alzando la voz, dijo: ¡Si alguno tiene sed, venga a mí y beba! El que cree en mí, como dijo la Escritura, de su vientre fluirán ríos de agua viva."
En el griego, "alzando a la voz" es "krazo", que significa mucho más que hablar a gran voz, o clamar. "Krazo" significa clamar algo, pero a un punto que se llora por ello, a un punto de quebrantamiento. A Jesús se le ve como pocas veces en este pasaje quebrantado por los que tienen sed, por sus aguas para llenarlos. Y es que El Señor esperó miles de años por este momento, viendo a los hombres con sed, nunca pudiendo ser saciados, torcidos y cayendo al pecado, generación tras generación con acumulación de iniquidades.
El libro Apocalipsis también termina hablando de las aguas de la misma manera, Apocalipsis 22:17:
"Y el Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven! Y el que oye, diga: ¡Ven! Y el que tenga sed, venga, y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida."
Una de las primeras cosas que toca el alimento que comemos es la saliva. Lo que llevamos a la boca, lo llevamos a nuestras aguas.
El Señor dice que permanecen en Él, y Él en uno, los que "mastican su carne" y beben su sangre. En Juan 6, versículos 54 y 56, se suele traducir "comen mi carne", pero aquí el griego para "comen" es "trogo", que significa literalmente "masticar".
Masticar algo es experimentarlo, la acción de la saliva, la acción de nuestras aguas, mezclándose con el alimento, y gustando el alimento en todo el proceso. La saliva juega un papel fundamental en la activación de las papilas gustativas. Masticar su carne y beber su sangre, nuestras aguas se mezclan de sus aguas, nos llenamos de sus aguas. Somos uno en Cristo.
Si estamos en Cristo, al hablar, literalmente salen sus aguas en esa saliva que sale de nuestra boca. Si estamos con Él, lo que hagamos, lo que hablemos, dará fruto que permanece.
Selah.
El Señor habla que permanecen en Él los que mastican su carne y beben su sangre. Este misterio de grandes riquezas de alimentarse en Cristo, es algo que tenemos que cuidar. Así como tenemos que cuidar nuestros ojos, con lo que vemos, ya que son nuestras ventanas, tenemos también que cuidar lo que comemos y bebemos. No hay cosas solo espirituales y cosas solo naturales. Todo lo que es natural es espiritual.
Cuando llevaba como la mitad de este libro, el Señor me habla de algo que en un principio fue de gran juicio y pesar, de algo que me gustaba mucho: El café. Es algo que el Señor me había hablado, aunque no lo entendía muy bien, pero que ahora ya me fue claro, y di el paso que tenía que dar. Les compartiré sobre este fruto del cafeto que me habló el Señor y que es para todos sus Hermanos:
El café. Granos, fruto, con diseños de temor. El Señor quiere juzgar el café. Este grano nos quita las fuerzas.
La muerte es amarga. Jesús gustó la muerte, lo amargo, como hemos visto. Los caminos del Señor son dulces, los juicios del Señor son dulces como la miel como nos dice el rey David. No hay nada en el Reino de Dios, en Cristo, en toda la Palabra, que sea del Padre que se relacione con lo amargo como algo que de vida. Las aguas del Señor no son amargas. Caso también de las aguas de Mara.
No digo que todo alimento por que sea amargo, no lo comamos. Sí, Dios me muestra de la amargura de los granos del café.
La planta del café, el cafeto, se amarga en su fruto por temor a la muerte, y saca semillas con cafeína para repeler insectos depredadores para defenderse. Bebemos ese temor, ese diseño en la genética de los granos del cafeto.
A Colombia se le conoce como una nación rica en café. La amargura del café, se contrasta con la amargura de la violencia y muerte que tuvo que vivir durante muchas décadas. No digo que lo primero haya producido lo segundo. O ver del uso de este mismo fruto para ocultar aquella mercancía para no ser detectada por perros policiales.
Los granos del café no fueron diseño del Señor. Antes no había muerte. La planta cafeto en el diseño original no necesita producir granos de café con cafeína para repeler plagas, ya que antes no había muerte. La Palabra dice que antes de la caída de Adan se podía comer de los frutos, como de los árboles, las plantas y los arbustos, pero no que se comían al arbusto como es el caso del cafeto. Por la caída del hombre, caída que es además un tipo de continuación de la primera caída con Lucero que vimos al comienzo del libro, el reino vegetal debe levantar defensas porque el reino de la muerte ha entrado en la creación. Incluso hay frutos venenosos que en el reino vegetal se levantan por protección que hasta causan la misma muerte si se comen. Esto no es diseño del Padre.
Hay cosas que en un principio Dios no estableció, como comer carne, pero con todo lo que sucedió después, al hombre y a la tierra, se le ha permitido al hombre comer carne. No es que volvamos a comer con la dieta que Adán tenía en el huerto; las condiciones en la tierra que estamos han cambiado. Quizás en el nuevo cielo y tierra nueva, donde no haya más muerte, no se vuelva a necesitar comer carne, o quizás la alimentación cambie a algo nuevo. No lo sé, el Padre no me ha hablado de ello, o escuchado a alguien que haya recibido revelación de ello. Pero quizás no sea lo que importa ahora, si no más bien tener esa alimentación correcta hoy, dadas las circunstancias, entorno, en el que vivimos hoy.
Finalmente: Todo debemos hacerlo con diseño del Padre, escuchando al Espíritu Santo.
¿Qué debemos beber? Hay semillas y hojas dulces, fruto, que podemos beber, aún aplicando la misma técnica con la que sacamos el brebaje de café, como utilizar la misma "máquina de café expresso". Hay muchas ricas en antioxidantes, como la "rosa mosqueta", y otras de diversas propiedades, como la "manzanilla" y el "bailahuén", que también ayudan a comenzar el día tras dormir, junto a alimentos con los nutrientes que tienen, para tomar energías con la digestión. No quiero hacer una lista en sí, ya que según el lugar geográfico de uno, pueden encontrar diversidad de infusiones a utilizar.
Yo, en lo personal, me gustaba el café. Me llegué a comprar una máquina expresso para mi casa. Con esta misma máquina, me compro infusiones en bolsita, en bolsitas como de té, de rosa mosqueta, manzanilla, matico, bailahuén, y boldo. Escojo unas 4 bolsitas, y saco lo molido de las bolsitas, colocando todo el contenido en la máquina expresso. Hago varias cargas de extracción, para luego vaciar lo extraído en un termo al que le coloco miel. Obtengo una infusión rica y fresca, aprovechando la presión que bombea una máquina expresso, para sacar todas las propiedades. En un principio pensé botar la máquina expresso para dejar el café, y el Señor me dijo que no, que esta tecnología se le puede dar uso. Al hacer las extracciones con la máquina expresso, en el recipiente donde va cayendo el líquido de la extracción, queda un aroma dulce como la miel.
Debemos también administrar bien nuestro cuerpo. Podemos ser injustos con nuestro propio cuerpo. Dios nos quiere completo en todas nuestras partes, 1 Tesalonicenses 5:23:
"Y el mismo Dios de paz os santifique completamente, y todo vuestro ser: espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible en la venida de Jesús el Mesías, nuestro Señor."
Nos santifique completamente dice este versículo. Completamente en griego es "holoteles", que significa, en todos los aspectos. En este caso, en todas nuestras partes, como el versículo luego nombra, nuestro espíritu, alma y cuerpo. Dios nos quiere en todas nuestras partes. No una más que la otra.
El diseño de Dios era trabajar de día y descansar de noche. El principio de trabajar en el día lo podemos ver en Juan 9:4, no somos Hijos de la noche. Este principio del trabajo en el día y el descanso en la noche, lo veremos en la habitación del descanso. Lo importante, es que a veces somos muy espirituales y nos olvidamos de nuestro cuerpo.
Entendamos también que la cafeína no da energía en sí, la célula solo al dormir se recupera como se debe. El resto también es "marketing" de vender productos con cafeína como "energéticas". No existe producto en el mundo que pueda reemplazar el sistema de recuperación celular y de nuestros órganos tras dormir en la noche, que ha creado nuestro Padre para nosotros.
También hay alimentos para estimular de mejor manera nuestro cerebro. Más bien debiera decir, mantener saludable y bien nutrido a nuestro cerebro. Somos hechos a imagen y semejanza del Padre, no necesitamos beber algo para poder utilizar "mejor" nuestro cerebro, sino más bien que administremos en justicia nuestro cerebro, y así todo nuestro cuerpo.
Una vara para medir qué beber y qué no para cada día: El Señor me muestra que no bebamos lo que produzca un ambiente ácido de ph en nuestro cuerpo, en nuestra sangre. Es parte del equilibrio, de la buena administración de nuestro cuerpo. No es que tampoco nunca no tomes algo de ph ácido, como tomarse una cerveza y un vino, pero no es lo mismo hacerlo una vez a la semana, que todos los días en cada comida, ya que el cuerpo se tornaría en territorio fértil para enfermedades con el grado de ph ácido que alcanzaría. Y si crees que estás teniendo problemas de alimentación en general, como no saber si estás bien administrando tu cuerpo, si ingieres todos los nutrientes que necesitas, consultar con un especialista médico en el tema, como con un nutricionista, y evitar buscar listas por internet o videos en youtube del tema, o información de "mensajes cadena", que pueden tener nula rigurosidad científica, y terminar provocándote gran daño a la salud con alguna dieta del chamuco que ronda en la internet.
Para concluir sobre el cafeto, debemos redimir propiedades incluso espirituales que se le hayan podido dar al café en nuestras vidas, como decir, "no puedo comenzar el día sin mi café", o aunque sea en broma, decir "sin café no hay revelación" al tener varios días seguidos de escuelas y convocatorias con los Hermanos.
Perdamos ese casi temor de no poder ser funcional en el día si no bebemos café. Aún si bebemos de las infusiones que no producen acidez, tampoco desarrollar dependencia a ellas.
Creo que dar este paso es algo personal, y cada uno debe de recibirlo del Señor; pueden haber muchas razones personales del por qué se bebe el café y no sólo "para despertarse".
Si recibes esto, y decides no beber café, con amor exhortar a quien lo haga, si el Padre te permite hacerlo, y te da las palabras en amor para decirle. Dios tiene un proceso en cada uno de sus Hijos que hay que respetar por sobre todas las cosas. No se trata de tolerar lo que Dios no quiere, es oír al Padre y hacer lo que oímos y vemos al Padre hacer.
Selah.
Es interesante lo que hemos visto, que cuando hablamos sale literalmente saliva de nuestra boca, aunque no se vea a simple vista. Hay una riqueza muy grande en el hablar.
Un bebé, luego de llevarse todo a la boca para experimentarlo, cuando va creciendo, aprende a hablar, y habla todo el rato, habla, habla y habla. Habla porque está creciendo. Un niño pequeño que no habla puede tener un problema. Los Hijos de Dios crecen al hablar, mucho, mucho más que al solo escuchar una prédica. Si recibimos del Señor, debemos hablarlo. Tal vez en nuestra congregación no nos ha tocado aún predicar a los Hermanos, pero puedo hablar lo recibido con un amigo o familiar. A veces también el Señor no nos ha permitido predicar en la congregación porque no somos ordenados anotando, registrando, Palabras que el Señor nos ha dado, en la intimidad, o durante una prédica, y el Señor quiere que nos pongamos en orden.
Hablar en Cristo, no por las nuestras, por lo que se me ocurre, es muy importante, y es que va de la mano con dar ese fruto que debemos dar que habla el Padre hoy. Veamos:
La Palabra del Señor hablada por los Hijos produce vida en abundancia, se expande, Hechos 13:47-49:
"Porque así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto por luz de las naciones, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. Y los gentiles, al oírlo, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor. Y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna, y la palabra del Señor se difundía por toda la región."
Este es un sello de los que realmente son Hermanos de Cristo, Hijos del Padre: Su posición es en Cristo y el Padre, y los frutos que dan permanecen, se multiplican.
No es tan difícil dar frutos. Lo importante es que permanezcan. Esta es la diferencia entre dar fruto fuera o dentro de Cristo, entre dar fruto siendo un seguidor de Cristo, un "fan" de Cristo, o dar fruto siendo discípulo de Cristo.
El fruto que permanece, Juan 15:16
"No me elegisteis vosotros a mí, sino que Yo os elegí y os puse para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé."
Veamos en profundidad el versículo anterior:
Lo primero que debemos saber es que Dios nos eligió antes de nacer (biológicamente), antes de la fundación del mundo como ya vimos en Efesios 1:4. Luego nacemos y conocemos el evangelio en una etapa de nuestras vidas.
La segunda condición para dar fruto es saber que Dios nos puso en un lugar para darlo; no es en cualquier rincón de la tierra. En este versículo, la palabra griega para "puse" es tithemi, y que también significa ser colocado, establecido. El Señor nos puso en un lugar.
En este versículo vemos entonces un propósito con los verbos "elegí" y "puse", que son acción del Padre. Y vemos luego otros dos verbos también de propósito, pero que denotan mandato para los Hijo, "vayáis" y "llevéis", que son la tercera y cuarta condición para dar fruto.
Pero lo más importante, al final del versículo, es que el fruto permanece. No es difícil dar fruto, lo difícil es que permanezca. Muchos hablan todo el día la Palabra en las calles sin que Dios los pusiera allí a hacer eso, y no queda testimonio de fruto que permanezca que hayan dado. Pero hay otros que aún estando en las cárceles predicaron solo con cartas, derramando de Cristo en ellos a muchos Hermanos, y su testimonio después de décadas y siglos sigue vivo hasta hoy, dieron fruto que permanece, como el hermano Watchman Nee de China, o el propio Apóstol Pablo.
Las semillas del Padre siempre tienen un diseño.
La semilla es puesta. Todos somos enviados, y somos puestos con un propósito, el cual es dar fruto, y que ese fruto permanezca. El sello de Dios es este, lo que es suyo permanece. Hechos 5:38-39:
"Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres y dejadlos, porque si este plan o esta obra es de los hombres, se desvanecerá. Pero si es de Dios, no podréis destruirlos; no sea que hasta seáis hallados luchando contra Dios. Y fueron persuadidos por él."
El fruto que permanece es el que el Padre come, ya que el Padre es eterno, no come "lo que se lo lleva el viento". Él permanece, y sólo come lo que permanece, lo que es de su naturaleza. Y se pueda cumplir la visión que hemos visto al comienzo de esta habitación.
Pero, toda promesa de Dios tiene una condición, y no cualquiera da fruto que permanece, Juan 15:8:
"En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos."
Solo pueden dar frutos los que son discípulos. En esto es glorificado el Padre. En esto los cielos nos reconocen. Los que no dan frutos es porque no son discípulos.
Para dar frutos que permanecen debemos ser discípulos primero. La fructificación que permanece es un derecho de los discípulos. Y todo lo que hagamos siendo discípulos prosperará.
Si cumplimos ser discípulos de Cristo, el Hijo del Padre, daremos fruto que permanece que pueda comer nuestro Padre. Y cumpliendo esto se podrá cumplir lo que termina diciendo el versículo 16 de Juan 15: "...,y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé".
¡Qué tremendo! No hay límites.
Pero muchos buscan el final de este versículo, pedir al Padre, antes de cumplir lo anterior del versículo 16, y ser discípulos de Cristo como vimos en el versículo 8 del mismo capítulo.
Dios es bueno, Cristo es fiel y verdadero, pero no confundamos la provisión que viene de vez en cuando, cuando nos alcanza con lo justo para comer y pagar las cuentas, que eso es estar en el desierto, con alimento para apenas el día que viene del cielo por gracia, a lo que es la provisión cuando tomo el territorio donde el Padre me ha puesto, donde abunda leche y miel, donde abunda su provisión.
¡Cumplamos Juan 15, versículos 8 y 16 en nuestras vidas!
Como dice en Deuteronomio 28:2:
"Y por haber obedecido la voz de YHVH tu Dios, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones."
Ver los siguientes versículos en Deuteronomio 28 luego de este versículo 2, para no olvidar las promesas del Señor que el diablo quiere alejarnos.
Si obedecemos y operamos en Cristo en sus diseños, la bendición del Padre me perseguirá y me alcanzará.
Hay una mala frase en todo lo que es la bendición de la provisión, que es el "vivir por fe". Vivir por fe, no es sólo para el que vive sirviendo en la Iglesia. Vivir con fe para un Pastor o Ministro en Cristo, no es esa fe que a fin de mes, o semana, ver que las ofrendas de los Hermanos me den el sustento. Aún este pensamiento puede quitarnos de la visión verdadera del Padre. Es Cristo quien da el crecimiento. Y si no servimos en la Iglesia, si servimos a Cristo en el mundo, como si somos llamados en Cristo, a trabajar en una Empresa, o tener una Empresa propia, debemos ver que todos vivimos por fe. Que últimamente no es mi sueldo, o la cantidad de clientes que tenga, que no es mi propio trabajo, lo que me da el crecimiento. Jesús da el crecimiento, 1 Corintios 3:6-7:
"Yo planté, Apolos regó, pero el crecimiento lo da Dios. Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que está dando el crecimiento."
Esto es en toda área de nuestras vidas, no sólo en el crecimiento como Hijos de Dios. Colosenses 2:19:
"Y no aferrándose a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, sustentado y unido por medio de coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento de Dios."
No se habla del crecimiento de mi fe como algo solo espiritual. Tenemos que ver que, podemos separar lo espiritual de lo natural para estudiar ciertos aspectos del Reino de Dios, como puedo estudiar separadamente las encías y el corazón, pero así como en el cuerpo humano todo está unido, y la salud bucal y las enfermedades del corazón están conectadas, todo lo espiritual está conectado a lo natural.
Lo que yo crezco por mis frutos, si bien son conquistas, son frutos espirituales, puedan o no verse en el momento en lo natural, finalmente la conquista en lo natural vendrá tras de mí. Los territorios conquistados espiritualmente, se manifiestan en territorios conquistados físicamente, como la provisión que viene a mi vida que sobreabunda.
Pero, todo el crecimiento viene de Cristo. Es una mentira decir, un padre de familia que trabaja, "tengo que proveer para mi familia todos los meses". Es una mentira que nos desconecta, que nos saca de Cristo, como independientes de Él, y nos conecta al sistema de esclavitud del mundo. Solo somos mayordomos de lo que el Padre nos entrega, somos administradores del Reino. No olvidemos esto cuando demos fruto al Padre. Como la parábola de los talentos, el siervo fiel es levantado por el Señor por ser un buen administrador, un mayordomo fiel y verdadero en su Reino. Juan 1:16 nos habla que ya hemos entrado a tomar de toda la plenitud del Señor:
"Porque de su plenitud tomamos todos; es decir, gracia por gracia"
Esto es salud, bienestar, familia estable, propósito, provisión que sobreabunde, y todo lo que es Cristo para nuestras vidas, todo ya lo tenemos en Cristo.
Por esto es YHVH Jireh, Cristo Jireh. Cristo provee, no el hombre. Y no veamos la provisión solo como los recursos de riquezas.
Demos fruto con lo que Dios ha puesto en nuestras vidas sin olvidar esto, para no bajarnos de las manos del Señor donde tenemos ya todo,
También tenemos que cuidar el propósito. No solo podemos apartarnos y no llegar a cumplir el propósito del Padre en nuestras vidas, sino que podemos llegar a producir un gran daño a nosotros y a quienes nos rodean. Lucero cayó con un montón de información del cielo, pero después que cayó, quedó limitado a la información que obtuvo, mientras que Dios cada día crece. Por esto Lucero cada día está más limitado y busca las semillas del Reino, de los Hijos de Dios, para hacerse para sí de los diseños del Padre. Vemos cómo buscó de la semilla de Abraham y Sara, y donde en un principio no lo logra con el Faraón, luego si con el nacimiento de Ismael. Caso algo más contemporáneo, Elvis Presley le cantaba a Dios, pero el mundo lo pervirtió, y un hombre con un diseño tremendo para que el mundo le cantara a Dios, el diablo lo tomó y torció su diseño, para que el mundo le cantara al "sexo, alcohol y rock and roll", con una influencia en los géneros musicales que se extiende hasta el día de hoy.
Démonos un tiempo para presentarnos ante El Señor antes de continuar. Oro por cada uno de los que entra en esta habitación, para que conozcan las semillas que el Padre les ha dado desde antes de la fundación del mundo, su diseño. Puedan pedir perdón de alguna semilla que hayan perdido, le hayan dado algún mal uso, o la tengan guardada sin usar. Que ángeles vengan a limpiar la tierra de cada uno, de piedras imitando semillas que nunca darán fruto que permanece, piedras que el diablo haya podido poner en sus corazones, en sus tierras, y sean sanados de toda herida. Que sus tierras sean sanadas y llenadas con el agua del Hijo Santo, Jesús el Cristo el Hijo del Dios viviente.
Vamos, ¡clama!: ¡Tú eres el Cristo el Hijo del Dios viviente!
Sea quitado todo engaño, toda mentira del diablo, para robarte, para quitarte de los caminos que el Padre ha preparado para tí y tus generaciones, como dice en Efesios 2:10:
"Porque somos hechura suya, creados en Jesús el Mesías para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas."
¡Clama al Señor por esta verdad!
Oro para que puedas caminar en los caminos de sobreabundancia del Señor y cumplas todos tus propósitos.
No olvidar ir con tus líderes, como con tu Pastor, o si eres un líder, acudir con otros Hermanos en mismo nivel de madurez en Cristo, para actuar como Cuerpo de Cristo ante todo, porque "en parte vemos y en parte profetizamos", y como dice Salmos 133:1-2:
"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los Hermanos juntos en armonía!
Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras."
Esta es la bendición del Hijo y el Padre si estamos unidos al Cuerpo de Cristo, que viene desde los Ancianos, los Presbiterios de la Iglesia, los que han alcanzado madurez en Cristo, que baja por impartición de ellos, hasta el más nuevo en Cristo.
Selah.
Sobre la Visión que vimos al comienzo de esta habitación, veamos de los primeros intercambios que se tiene escrito, de los primeros frutos de los Hijos que come el Padre:
El diezmo de Abraham:
El encuentro de Abraham con Melquisedec, con el Señor, ocurre en lugares celestiales, veamos, Génesis 14:17-21:
"Después que regresó, tras derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que estaban con él, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el valle de Savé, que es el valle del Rey. Pero Melquisedec, Rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino, y lo bendijo diciendo: ¡Bendito sea Abram por el Dios Altísimo, poseedor de cielos y tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, quien entregó a tus adversarios en tu mano! Y le entregó el diezmo de todo. Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas y toma para ti los bienes."
Entonces, mientras el rey de Sodoma venía al encuentro de Abraham, de un versículo a otro, está con Melquisedec. No dice, "vino al encuentro Melquisedec", o que vino por tal lugar, o que lo encontró en el camino, no se habla de desplazamiento natural alguno como se hace con el rey de Sodoma que "sale a su encuentro en el valle de Savé". Hay un quiebre del espacio tiempo, donde inmediatamente Melquisedec se encuentra dando pan y vino a Abraham cuando el rey de Sodoma sale a su encuentro. Abraham es desplazado del tiempo cronológico y del lugar donde estaba. Mientras el rey de Sodoma sale a su encuentro, "de la nada" está frente a frente a Melquisedec comiendo de su pan y tomando de su vino. Luego de terminado con Melquisedec, sigue el tiempo cronológico, Abraham vuelve a donde estaba antes de estar con Melquisedec, donde el rey de Sodoma sale a por él y se encuentran.
Con Melquisedec, lo que Abraham le entrega tras su batalla es de la conquista del botín. Lo que le entrega es algo de la creación, llámese tesoros o botín, que le entrega a Jesús. Este hecho es uno de los primeros intercambios de lo caído, de lo redimido, por conquista de un Hijo de Dios, hacia El Padre por medio de Jesús. Es también un acto de adoración. Lo que conquista en el mundo un Hijo de Dios, es redimido para el Padre. De lo caído, se recupera para el Padre, para volver todo a uno. Se le llama diezmo a esta entrega de Abraham. Abraham se vuelve uno con Cristo al tomar el pan y vino. Esos casos que rompe la lógica del relato cronológico cuando la cruz aún no había ocurrido. Pero sí, como hombres no podemos encapsular al Dios todo poderoso, y al Primogénito de toda creación, en el tiempo cronológico, que es parte de la creación, y algo sumamente pequeño comparado con la eternidad de Dios y Cristo. Son estos preciosos casos, en que el corazón del hombre llega a ver a Cristo y rompe el espacio tiempo y toma de la cruz del Señor. Como el caso de Enoc que llegó a tales alturas de fe y ver al Señor, y que no tocó la muerte; de esto y este último caso, veremos más adelante en la habitación adelantando los tiempos.
En este intercambio vemos que Abraham da el diezmo, pero también que el Padre le da a Abraham, ya que recibe bendición de Jesús, de Melquisedec. Abraham toma el pan y el vino de Jesús, aunque la cruz no había ocurrido en el tiempo cronológico. Este nivel de fe, esta justicia que expresa Abraham con su diezmo, este suceso, es el techo, la vara de medida, para el sacerdocio Levítico que vemos después.
El diezmo que le da Abraham, la cantidad, es lo que le pareció justo. Uno debe de preguntarle al Señor, cuánto es lo justo para dar de lo recibido, de lo conquistado. Ya no hablar en porcentajes. Hasta llegar a alturas de medidas de fe y de justicia mayores que las de Abraham, mayores que las del tiempo del sacerdocio levítico, ya que ahora Cristo y el Padre están en nosotros, y nosotros en Cristo y el Padre. Y no es solo de cantidades lo que uno da. Esto no es un instructivo.
Puede que emprendas un negocio, y el Señor quiere que tu primer cliente sea un Hijo de Dios, más allá de que le cobres por el servicio o no le cobres.
Puede que seas un artista, y te hayas convertido y Dios quiere que sigas en el arte, y ahora tu primera obra como Hijo de Dios sea para el Señor.
Puede que el Señor te bendiga con un segundo y mejor vehículo, y el primer vehículo, la primicia, te muestre que se lo regales a un Hermano en Cristo.
Son solo ejemplos "teóricos". El diezmo no es solo el dinero en efectivo, ni solo una cantidad que saque de mi sueldo, o de las utilidades de mi empresa.
El Pastor, o el líder con su Ministerio desarrollado, que Dios ha puesto delante nuestro para guiarnos en Cristo, lo debemos honrar y respetar, y es quien recibe nuestras ofrendas, diezmos y primicias. Pero debemos romper la tradición del hombre, y debemos ser sensibles a la voz del Espíritu Santo. Puede que el Señor te bendiga y tengas un diezmo en dinero bastante grande para dar. Y preguntando al Espíritu Santo, puede que ese diezmo el Señor quiere que lo dirijas a una obra del Padre en algún lugar, incluso sea una obra en otra nación, ya que la cantidad del diezmo es tan grande, que tu Pastor y la congregación no necesitan de tales cantidades, porque quizás el Señor en la etapa, en el proceso que están viviendo, ya tiene preparada otra bendición y sustento para el Pastor y la congregación, y agregar una cantidad tan gigante "solo por tradición de hombre de cómo hemos diezmado" no es justo, cuando el diezmo de esa conquista tan grande, Dios te lo dió para el Hijo, la Cabeza, y su Cuerpo que somos todos, su Iglesia. Y no siempre será a nuestro Pastor, o líder, a quien tengamos que dárselo. Por lo que debemos salir de "las 4 paredes" de una congregación, y vernos como Cuerpo, como Hermanos en Cristo. También dejar el falso patriotismo, ya no hay judío ni griego como dice el Apóstol Pablo.
Ahora, ¿Quiénes son mis Hermanos? Porque no es llegar y que reciba lo que es del Señor alguien que no es uno en el Señor. No son los seguidores de Jesús, los que dicen creer. Hemos visto, por ejemplo, que solo los discípulos dan fruto que permanece, y no los seguidores. Y en el, quienes son mis Hermanos, lo vemos muy bien en Apocalipsis 19:10:
"Y yo caí ante sus pies para adorarlo, pero me dijo: ¡Mira, no!, que soy consiervo tuyo y de tus hermanos, de los que retienen el testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios! porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía."
Quienes retienen el testimonio de Jesús son mis Hermanos. Sean nombrados en un momento Pastores y Maestros, Profetas, Apóstoles, o Evangelistas, finalmente, solo son mis Hermanos quienes retienen el testimonio de Jesús. No es el título de un Ministerio, o si se congregaron por años sin faltar a ninguna reunión. Los que retienen el testimonio de Jesús son mis Hermanos. Retienen está escrito, no como que el Padre lo hará por mí, he aquí una responsabilidad personal. Solo mis Hermanos pueden recibir el diezmo, porque el diezmo es solo para Melquisedec, para Cristo. Y solo mis Hermanos, quienes retienen el testimonio de Jesús, son uno en Cristo para recibirlo. Esto es justicia y paz en el Señor. ¿Quién retiene el testimonio de Jesús? el Espíritu Santo hable en uno. Esto no son fórmulas, no son instrucciones paso a paso como un manual de hombre a seguir, debemos ser sensibles a la voz del Señor.
Todo sea hecho con diseño. Toda bendición es con instrucción del Padre.
Si no tengo Pastor, y soy el líder de una Iglesia grande, debo también dar el diezmo, aunque no tenga algún Pastor o líder sobre mí. El Señor me hable por medio del Espíritu Santo a qué Hermano en Cristo, a qué Ministerio/congregación, a qué parte del Cuerpo del Rey, debo dirigir mis diezmos. Dios nos pedirá cuenta de todo. Pero también es misericordioso si nos presentamos ante él por nuestros errores y omisiones, y nos hablará de qué forma proceder para que en su justicia corrijamos nuestro error y/o omisión, y tengamos paz.
El diezmo de Melquisedec debe expresar la justicia del Hijo, no la tradición del hombre. Por esto Jesús, Melquisedec, es Rey de justicia y Rey de Paz. Primeramente es Rey de Justicia, ya que sin justicia no puede haber paz, Hebreos 7:1-4:
"Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, (el cual salió al encuentro de Abraham cuando regresaba de la derrota de los reyes, y lo bendijo, al cual Abraham dio el diezmo de todas las cosas), primero se interpreta rey de justicia, y luego, rey de Salem, es decir, rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que no tiene principio de días ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien Abraham el patriarca dio el diezmo de lo mejor del botín."
En mis finanzas no habrá paz si mi diezmo no es con justicia.
También debo ver cómo vivo mi vida. Jesús fue severo con los que diezmaban, pero sus caminos eran torcidos, Lucas 11:42:
"Pero ¡ay de vosotros, los fariseos! Que dais el diezmo por la menta y la ruda, y por toda hortaliza, pero pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Debía hacerse esto, sin descuidar aquello."
Abraham luego de diezmar con justicia, luego al enfrentarse al rey de Sodoma, tuvo paz, siguió el diseño que le dió el Señor, y salió en paz de la situación.
Ahora, sí, puedes tener un diezmo gigante para dar, y si, el Señor puede que te diga que se lo des a tu Pastor o líder, y esto es justo si lo dice el Señor. Esto no se trata de fórmulas, de instructivos del hombre a seguir, o sino se convierte en tradición de hombre que mata el Espíritu del Señor. Solo doy como casos ejemplos. Debemos ser sensibles a la voz del Señor.
Dar el diezmo con el diseño del Señor produce que se abran las ventanas, que venga la revelación, como vemos en Malaquías 3:10:
"Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi Casa! Y probadme luego en esto, dice YHVH Sebaot, si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde."
Este texto se malinterpreta. La bendición que viene al abrir las ventanas que estaban cerradas, no es sobre la provisión, es que entre la luz, y no cualquier luz, la luz del Rey, para ver como Dios ve. Por esto tal gran bendición que se le da al hombre, que ha vivido apartado de Dios, ha vivido "ciego, muerto, y esclavo" como dice la Palabra. Y es que las puertas de los cielos es para que venga la provisión del cielo, como vemos en Salmos 78:23-25:
"Con todo, mandó a las nubes desde arriba, Y abrió las puertas de los cielos, Hizo llover sobre ellos maná para comer, Y les dio pan del cielo; Pan de fuertes comió el hombre, Les envió provisión hasta saciarlos."
Aunque sí, igual en el versículo anterior se habla de la provisión que solo alcanzaba para el día, no la sobreabundante que hemos visto.
Cuando se abren las ventanas de Dios en mí, hay luz de Dios, veo como Dios ve, sé lo que tengo que hacer, se lo que tengo que ordenar. Sabré si estoy o no en el lugar que Dios me ha puesto, y sabré si mis obras son las obras que el Padre quiere que haga. Y luego con esta luz veré si estoy dando fruto que permanece, y luego vendrá todo lo que hemos visto de la provisión. En quien en lo poco es fiel, en lo mucho lo pondré. Es en este orden. El diezmo viene para iluminar mis caminos en el Señor, la luz es Cristo, y viene para traer orden y diseño. El diezmo no es algo mágico que al darlo multiplica mis finanzas. Debo estar en el lugar que Cristo habla hoy para mi vida, debo dar el fruto que el Padre habla hoy en mis generaciones, y la bendición me alcanzará, como vimos en Deuteronomio 28:2.
Con todo lo anterior, así también creceremos, crecerá nuestra alma, y se cumplirá 3 Juan versículo 2:
"¡Oh amado, anhelo que en todas las cosas seas prosperado y tengas salud, así como prospera tu alma!
Isaías 53:5 dice:
"Pero Él fue traspasado por nuestras transgresiones, Molido por nuestros pecados. El precio de nuestra paz cayó sobre Él, Y por su herida fuimos sanados."
La palabra paz en hebreo es shalom, que significa paz, pero que primeramente significa estar completo, solvencia, bienestar, a salvo físicamente, salud, prosperidad, tranquilidad, amistad con Dios. Todo esto se ha consumado en la cruz de Cristo por nosotros. Pero cumplamos todo lo que hemos visto, para que la bendición nos alcance. Uno es el que detiene los tiempos, los caminos, de Dios en nuestras vidas, llegando a retrasar también a quienes nos rodeen y hasta a toda la nación. De esto último lo veremos en la habitación del tiempo.
Otro punto importante en el proceso de dar fruto que permanece, y que es con vivir la cruz de Cristo: El holocausto en el primer pacto era Cristo, el cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo. Las ofrendas, y de lo mejor que tenemos, de los frutos que tenemos, lo damos a Cristo. En el lugar que estemos, hacemos recordar el nombre del Padre si lo hacemos, lo honramos, y Él nos bendice, Éxodo 20:24:
"Para mí, harás un altar de tierra y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tu rebaño y tu ganado. En todo lugar donde Yo haga recordar mi Nombre, vendré a ti y te bendeciré."
Pero aún así, lo que demos no debe ser esta motivación, la bendición a uno. Lo principal de este versículo es que el Padre haga recordar el nombre de Cristo. El Padre se muestra siempre por Cristo. Nadie va al Padre sin Cristo. Lo que debemos mostrar al mundo es a Cristo cuando demos de lo mejor que tenemos, no mostrarnos a nosotros. En este versículo, la palabra recordar en hebreo es zakar, que significa recordar, llamar.
El holocausto ya es Cristo, su obra consumada en la cruz. Pero aún así, debemos ver que somos uno en Él, somos cuerpo de Cristo, y aún nosotros debemos vivir nuestro propio proceso de morir en la cruz. Cristo en más de una ocasión les dijo a sus discípulos al anunciar su muerte en la cruz, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día y sígame."
Cristo ya ha sido sacrificado, y como Cuerpo de Cristo, debemos presentarnos como sacrificio. Los frutos que demos al Padre Dios, deben de venir de un Hijo que ha tomado la cruz de Cristo.
Dar de lo mejor que tenemos de nuestros frutos al Padre, es también una forma de adoración. Jeremías 33:11 nos habla de la adoración de los que traen ofrenda en acción de gracias a la casa del Señor:
"Sí, ha de oírse aún voz de regocijo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: ¡Alabad a YHVH Sebaot, porque YHVH es bueno, porque para siempre es su misericordia! Y voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la Casa de YHVH. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, dice YHVH."
En este versículo, la palabra gracia en hebreo es todah, que significa confesión, alabanza, dar gracias. Lo que damos al Señor son acciones de alabanza.
Hebreos 13:15 nos dice que al presentarnos en alabanza debemos hacerlo con sacrificio:
"Ofrezcamos siempre, por medio de Él, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre."
Sacrificio, no es solo algo que cueste. Puede que algo me cueste, pero no significa que estoy viviendo un proceso de muerte de mi naturaleza caída en la cruz de Cristo. Sacrificio en este versículo en el griego es thusia, palabra que viene del griego thuo, que significa sacrificio e inmolar, pero también que significa matar. El sacrificio en Cristo no es algo que cueste en sí, es muerte, pero esa muerte que nos lleva a vida eterna, a esa mejor vida en Cristo donde nuestra casa y nuestras generaciones, las ruinas de muchas generaciones, son levantadas, son restauradas. Es esa muerte de mi vieja naturaleza en la cruz del Hijo.
Hebreos 13:15 termina diciendo, "fruto de labios que confiesan su nombre", cumpliendo como ya vimos Éxodo 20:24 con recordar su nombre.
Seamos santos, cumplamos dar nuestros frutos al Padre, tomando, viviendo la cruz de Cristo, y nuestros labios recuerden, confiesen su nombre, y he aquí que hay bendición que viene del Padre. Pero muchos dan por dar al Padre, y no lo hacen en sacrificio, viviendo la cruz de Cristo. Exhortémonos unos a otros en amor en esto. Para que todos vivamos, "quien en lo poco ha sido fiel, en lo mucho lo pondré". El Padre solo ve a Cristo. El Padre nos verá como Hijos, como co-herederos de su Hijo, si somos uno en Cristo al vivir el proceso de muerte en la Cruz de Cristo.
Selah.
Si vivimos y guardamos los principios que el Señor estableció perpetuamente para dar frutos que permanecen, viviremos todas las promesas que Cristo nos da, Éxodo 15:25-26:
"Entonces él clamó a YHVH, y YHVH le mostró un árbol, el cual echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí le puso estatuto y decreto, y allí lo probó, y dijo: Si oyes diligentemente la voz de YHVH tu Dios, y haces lo recto ante sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos, y guardas todos sus estatutos, ninguna dolencia de las que puse sobre Egipto pondré sobre ti, porque Yo soy YHVH tu Sanador."
Este pasaje ocurre con Moisés mucho antes de bajar la ley de Dios en el monte del Sinaí. Aquí vemos el principio de Dios para tener buena salud. Incluye que seamos guardados de la muerte, de todo lo que padeció Egipto. Aquí hay una llave del Reino de Dios. Puede que no tengamos cultivos, pero si nuestros trabajos o empresas, y no venga la plaga que se lo coma todo. Debemos escuchar atentamente, ser Simeón. Cantar cada día Salmos 143:8:
"Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti confío; Hazme saber el camino por el que debo andar, porque a ti elevo mi alma."
Debemos hacer lo recto. Si tenemos una enfermedad, posiblemente no estamos escuchando, o no estamos haciendo lo recto, y no podemos dar buen fruto que permanece con esta carga. David en sus salmos oraba para que el Señor le mostrara sus caminos. Lo recto según los ojos de Dios y no los míos. Esto cambie nuestra manera de orar. Oro para que el Señor les de Espíritu de sabiduría, de inteligencia, para tomar esto.
En este versículo, Éxodo 15:26, es la primera vez que el Señor se presenta con el nombre de YHVH sanador, Cristo sanador.
Dios quiere que seamos sanos, Dios no se glorifica en que sus Hijos estén enfermos.
Por esto los milagros de sanidad se dan para los de afuera, los que no conocían al Señor, se dan más en el evangelismo que en el discipulado. Por lo que si estamos en Cristo, y tenemos enfermedad, es porque nos estamos alejando de su camino, nos estamos haciendo un camino propio, bajándonos de la mano de Cristo.
Dios nos es un Padre sádico. Jesús encarnado les decía que conocía el corazón del hombre. El Padre conoce nuestro corazón. Y si pasamos por una prueba, como una enfermedad, la prueba no es para sufrir a ver hasta qué punto nos mantenemos en Él, ya que Él ya conoce nuestro corazón.
La prueba puede ser para que enderecemos nuestros caminos, y el Señor permite que nos demos porrazos por nosotros mismos y el enemigo hasta nos zarandee, para que veamos que no estamos en el camino que nos ha dado, que estamos haciendo cualquier cosa menos su voluntad perfecta. Para que nos detengamos y lo escuchemos, y nos muestre para enderezar nuestros caminos.
La prueba puede ser para que mi fe crezca. Como a Pedro que el Señor lo probó para que caminara sobre las aguas. La prueba no era para ver si caminaba o no, fuera de la barca en las aguas. La prueba quería producir que Pedro levantara su fe, se tomara de la fe de Jesús al verlo a Él sobre las aguas. Y pese a que se cayó, a Pedro se le recuerda como quien caminó sobre las aguas. Desde ese día Pedro no fue el mismo, y es quien tiene la revelación en Mateo 16 de Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente."
La prueba puede ser para que vea que todo le pertenece a Dios, y veamos a Cristo en nuestras generaciones. Dios probó a Abraham para que sacrificara a su primogénito Isaac, no para ver si Abraham iba a obedecer o no. Dios ya conocía su corazón. Dios quería producir en Abraham un aumento de fe, para que confiara en los caminos del Señor más allá de lo que sus ojos veían, y que sus generaciones eran de Él y confiara en Él. Y al final de esta prueba, lo que vemos que Abraham vio, fue a un carnero para el sacrificio, vio a Cristo para el sacrificio. Por esto en Juan 8:56 Jesús dice "Abraham vuestro padre se regocijó de que vería mi día, y lo vio y se alegró". Abraham debía pasar por esta prueba para que se produjera todo este cambio de naturaleza en su forma de ser y crecimiento de fe en su interior, para que se cumpliera, para que fuera, padre del pueblo escogido por Dios, pueblo para ser bendición a todas las naciones. La simiente de Abraham, su semilla, debía contener de la naturaleza y fe del Hijo. Lo mismo con la prueba que Dios le pone en la espera para que nazca su hijo Isaac, Dios puso esta prueba para preparar la semilla de Abraham para el propósito eterno que le había preparado desde antes de la fundación del mundo.
Las pruebas de Dios no son para sufrir por sufrir. Dios conoce nuestro corazón y nuestro límite. Veamos las pruebas del Señor para salir de nuestros caminos errantes y volver a su camino perfecto, cambiar nuestra naturaleza caída por su naturaleza perfecta y eterna, para que nuestra fe limitada crezca al tomar de la fe de Cristo, y nuestra fe crezca a mayores niveles al experimentar la fe del Señor operando en nosotros.
Lo que vimos en Éxodo 15:26, lo vemos también en Éxodo 23:25-30, con las promesas, todo lo que tiene que pasar en nuestras vidas, reafirmando lo que el Señor dice en Éxodo 15:26 como Cristo nuestro Sanador, que no viviremos lo que padeció Egipto.
No debemos de dejar de guardar la ley que vemos en Éxodo capítulos 20, 21, 22, y 23, pero ahora, y muy importante, muy muy importante, verla estando posicionados en Cristo. Por ejemplo, ya no tenemos que circuncidarnos físicamente, como dice el Apóstol Pablo, al entrar en Cristo vivimos una circuncisión espiritual. O Jesús cuando dice ya no más ojo por ojo, diente por diente, y nos llama incluso a orar, amar y bendecir a nuestros enemigos. Hay muchas cosas que cambian con la cruz de Cristo, al habitar en la plenitud de Cristo y el Padre. Hay muchas cosas que antes eran necesarias como ley ya que no había acceso para todos los hombre a la cruz redentora, que carga nuestros pecados, rebeliones e iniquidades, a la sangre del cordero que quita toda mancha y es más fuerte que la misma muerte, entre otros que son principios al habitar en Cristo al crucificarnos juntamente con Él. Debemos de ver en estos capítulos de la ley en Éxodo, que hay principios en Cristo que debemos vivir, como no favorecer al pobre por ser pobre, o no hablar murmuración que divide y mata las congregaciones.
Debemos de vivir estos principios en la ley de estos capítulos, y preguntar al Señor, si la prueba por la que estamos pasando, pueda ser para enderezarnos con los principios que ya nos ha dado. Por esto el libro de Hebreos hace énfasis en lo que el Señor ya ha hablado, Hebreos 2:1:
"Por lo cual debemos dar más solícita atención a las cosas que fueron oídas, no sea que las dejemos escurrir."
Oro al Señor para que como obradores del Reino de Dios, discípulos de Jesús, demos fruto que permanece. Que al enfrentar una adversidad, vivamos estos principios para enderezar nuestros caminos y crecer en Cristo. Ser sensibles a las indicaciones del Espíritu Santo. Puede que cumpla toda la ley en Cristo, y el Señor me llamó a predicar, pero me fui a meter a una ciudad, o a un barrio, lleno de brujos sin que Cristo me lo permitiera. O no entré con los diseños que me dió, me apresuré y entré "a mi manera", y ahora todo mi familia está enferma porque estoy bajo ataque de los brujos, porque entré sin Cristo al no seguir el camino que Él me había preparado. Todo lo que les escribo no son fórmulas, no son instrucciones de hombre, que esto se vuelve en tradición del hombre que mata la voz del Espíritu Santo. Debemos siempre, últimamente, escuchar la voz del Señor, del Espíritu Santo, antes de movernos.
Selah.
Como último de esta habitación de los frutos, veremos ahora del intercambio que se produce que vimos al comienzo de esta habitación:
El diezmo de Abraham es tremendo. Literalmente Abraham estuvo en otro lugar con Melquisedec, fuera del plano de la tierra, fuera del plano cronológico. El diezmo produce el intercambio de unir cielos y tierra. Estamos en la tierra caída, y conquistamos en Cristo, y lo conquistado de lo que estaba caído, se vuelve algo redimido, y entregamos de esta conquista el diezmo al Señor, al Padre. Lo que Abraham le entregó a Jesús, llegó al Padre, porque en los tiempos de Abraham aunque no había ocurrido cronológicamente la cruz para acceder al Padre, ya viendo a Jesús hemos visto al Padre. Así como Moisés con los ancianos de Israel vieron al Señor en el monte Sinaí. Nadie ha visto al Padre dice Jesús al encarnarse como Hijo de hombre, pero también dice que quien lo ve, ve al Padre.
Cada vez que diezmamos, unimos cielo y tierra, y el Padre abre las ventanas, ilumina nuestros caminos con su luz, cada vez más de Cristo. Cada vez podemos ver más y más de sus diseños y propósitos, para nuestras vidas, para con todo el Cuerpo de Cristo, y para con toda la creación. Se cumple "en quien en lo poco es fiel, en lo mucho lo pondré", y como dice también la Palabra, al siervo fiel, puede entrar en el reposo del Señor, puede entrar en la paz del cordero. Porque el siervo justo en Cristo, tiene acceso a la paz en Cristo. Esto es principio de Cristo que es Melquisedec, Rey de Justicia y Rey de Paz. Primeramente justicia para tener paz. Primeramente vivir la justicia de Cristo para vivir la paz de Cristo.
Con estos diseños, volvamos a ver la visión al comienzo de esta habitación.
Selah.
Reflexiono con esto, aunque el Padre no me ha dado para desarrollar en este libro, puede que sea para algún Hermano que lea este libro: El diseño que tiene Abraham como padre de nación, del pueblo de Dios, es tan grande, que luego el Padre lo tiene que dividir en 12 tribus en su descendencia, 12 expresiones del Hijo, que son las 12 Casas que vimos en la habitación antes de la fundación del mundo, hasta la llegada de Cristo. Sin Cristo, al hombre le es imposible contener la expresión completa del Padre. Por esto mismo Jacob también pierde su rumbo, y solo al nacer su hijo José despierta y se da cuenta que estaba perdiendo años de su vida, de su propósito, de su diseño, con su suegro Labán, y decide salir del lugar donde estaba. Los grandes héroes del primer pacto fueron fieles a esa expresión de Cristo que el Padre puso en sus vidas, pero solo uno, el Hijo, contiene a todo el Padre, y solo comiendo de Cristo, del Árbol de la vida, cada día, llegaremos a contener toda la expresión de Cristo, del Padre, y vivirlo en todas nuestras partes, espíritu, alma y cuerpo, cada día, cada noche, en cada respirar, en cada palpitar.
Selah.
Al final del libro del evangelio del Apóstol Juan, vemos que Juan ve lo siguiente, Juan 21:25:
"Hay también muchas otras cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, supongo que ni en el mundo entero cabrían los libros escritos."
Personalmente, veo que no habla de lo que Jesús hizo solo encarnado cuando estaba en la cruz. Tampoco creo, que al terminar un mensaje tan importante, Juan hablara como de misticismos o exageraciones. Creo que un problema de las traducciones, es el modo verbal en que se traducen algunos verbos, o que nuestros idiomas no llegan a conectar bien con el sentido original que hizo proyectar, en su idioma original, cada uno de los Santos de Dios que escriben libros y epístolas. Tenemos también que los escritos originales están en hebreo, y hoy en día solo tenemos copias en griego del nuevo testamento.
Hace unos años atrás, el Señor me mostraba que lo que Juan habla en Juan 21:25, es algo que Juan ve desde la eternidad. Cada vida de un Hijo de Dios está llena de testimonios de Jesús, de ser nueva criatura en Cristo. Juan vió desde la eternidad cada vida que Cristo ha transformado, estaba transformando en su época, y transformará en los siglos venideros. Como en la eternidad no hay pasado, presente, ni futuro, Juan culmina su mensaje viendo la obra completa del cordero, consumada en todos sus Hermanos, aún cuando no todos habían nacido ni conocido a Cristo en el tiempo cronológico que vivió Juan. Y es tan grande lo que ve, cada vida que Cristo toca, que nos dice que si se escribiera de cada una de las vidas en Cristo, los libros no cabrían en el mundo. No olvidemos también que Hermano es el que retiene el testimonio de Jesús.
Juan también al ver la Jerusalén Celestial descender, lo vio en lo eterno, en los cielos, no "en un tiempo cronológico". Y de esto último el Señor me habla también. Cada vez que un Hijo da fruto que permanece, y el Padre come de este fruto, se unen más cielos y tierra, y cada vez más desciende la Jerusalén Celestial. Hasta que todo sea acabado y veamos cielo nuevo y tierra nueva. Por esto Jesús decía, que el Reino no viene con advertencia, o "¡helo aquí! o: ¡Allí!" El Reino ya estaba frente a ellos, era Jesús mismo frente a ellos. Y ahora en Cristo viviendo Juan 17:21-23:
"Para que todos sean uno como Tú, Padre, en mí, y Yo en ti; que también ellos estén en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste. Y Yo les he dado la gloria que me has dado, para que sean uno como Nosotros somos uno. Yo en ellos y Tú en mí, para que sean perfeccionados en una unidad, para que el mundo conozca que Tú me enviaste, y los amaste a ellos como me amaste a mí."
El Reino de Dios sigue aquí en la tierra, expandiéndose. Demos ese fruto que permanece, de gloria en gloria, de victoria en victoria, y cada vez la Jerusalén Celestial desciende más y más.