Vivir la disciplina como Hijos de Dios
La disciplina es algo importante en el Reino de Dios. Y esta no se trata de reglas y castigos, como es muchas veces la disciplina en el mundo. Es mucho más profundo e importante, así como la relación de los padres y sus hijos, así como debe ser la relación nuestra como Hijos de Dios, con nuestro Padre Celestial, y la comunión con nuestro Hermano Cristo Jesús, el Primogénito de toda creación.
Vamos a ir viendo algunos versículos, que nos permitirán ir abriendo paso a las profundidades de la disciplina en Dios, y cómo debe ser esta vivida unos con otros como Hermanos en el Cuerpo de Cristo.
Job 5:17:
“Dichoso el hombre a quien Dios disciplina: No menosprecies la corrección de ’El-Shadday.”
Hebreo 12:8:
“Pero si quedáis sin disciplina, de la cual todos han llegado a ser partícipes, entonces sois bastardos y no hijos.”
Bastardo, en idioma original es “ilegítimo”. Son palabras duras. Pero son principios de Dios, del Reino de Cristo, que no podemos pasar por alto.
1 Pedro 5:5:
“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos, y todos vosotros revestíos de humildad los unos para con los otros, porque: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.”
“Ancianos” aquí, no es en edad, en idioma original es “presbiterio”. Este presbiterio mencionado aquí, es uno distinto al de la tradición de Israel que también se menciona en otros pasajes cómo opera, ya que en el presbiterio de Reino de Dios, el Espíritu Santo está presente en las decisiones; de esto último veremos más adelante.
El presbiterio es el liderazgo en sí, el cuál también es de gran bendición al Cuerpo de Cristo, como así también tiene gran responsabilidad, como la de ser de bendición, como vemos de esto en Salmos 133:1-2:
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras.”
La bendición baja desde las barbas de Aaron, desde los más maduros en Cristo, el presbiterio, hasta el borde de sus vestiduras, los más nuevos en Cristo. Veremos la importancia de esto más adelante, como con Tito que es enviado por el Apóstol Pablo, y una de sus tareas que le ordena Pablo, es justamente levantar un presbiterio al lugar donde iba. Es un diseño que debe de existir dentro de la Iglesia. Pero volvamos a lo que es la disciplina con el presbiterio, para seguir viendo importantes principios, con grandes bendiciones que también traen.
Como vemos, parte del principio de la disciplina, es la sujeción a los ancianos, al presbiterio:
Hechos 15 versículo 22 y versículo 25;
“Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, enviar de entre ellos varones escogidos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas, el que se llamaba Barsabás, y a Silas, varones prominentes entre los hermanos.”
“Nos pareció bien, habiendo llegado a estar unánimes, elegir a unos varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo.”
Vemos algo más atrás, en Hechos 13:2-3; cómo llegaron a esto:
“Estando éstos ministrando al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado. Y habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los dejaron marchar.”
Aquí las dos claves, o más bien dicho, condiciones para operar como presbiterio: La unanimidad de cada uno con el Espíritu Santo, como también que todo el presbiterio esté en unanimidad unos con otros. Entonces, no es un tema del “yo opino”, “vamos a votar”, “es que la mayoría cree que”, “es que siempre se ha hecho así…”, entre otros. Unanimidad es ser una sola alma. Recordemos que somos un solo Cuerpo en Cristo. No se trata de obligar tampoco. Por esto no cualquiera es miembro del presbiterio, veremos de esto más adelante, y no se trata de quien lleva más años congregándose para serlo.
Y no solo sobre a quién enviar es el presbiterio para ordenar y edificar dentro de las Iglesias, así también de cada cosa cuando en la Iglesia debe existir diseño alineado al Padre, como vemos en los versículos 28-29 siguientes en Hechos 15, cuando estaba la idea de judaizar a los gentiles:
“Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros carga alguna, excepto estas cosas necesarias: Que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de cosas ahogadas y de fornicación. Haréis bien en absteneros de tales cosas. ¡Tened salud!”
La clave la volvemos a ver: a parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros. Esta es la llave, para operar de una Iglesia sana. La Iglesia de Antioquía, donde el Apóstol Pablo llevado por Bernabé creció enormemente, llegó a ser la comunidad más próspera en todo sentido, desde la multiplicación de la Iglesia en el lugar, hasta ser base para enviar a Hermanos a otras ciudades, expandirse geográficamente.
E incluso en la prosperidad encontraron diseño, cuando en medio de una gran hambruna que se había profetizado, cada uno, de lo que prosperaba, y en tiempo presente se relata, de lo que estaban prosperando, dieron para los Hermanos en judea. No fue que dieron de lo que tenían ahorrado, no de lo recaudado de las ofrendas, o de lo que vendieron como sus propiedades. Cada uno prosperaba en medio de esta “gran crisis económica” en toda la tierra habitada. Esto lo vemos en Hechos 11:27:30:
“Por aquellos días unos profetas bajaron de Jerusalem a Antioquía; y levantándose uno de ellos, de nombre Agabo, predijo por el Espíritu que estaba a punto de ocurrir una gran hambruna en toda la tierra habitada, la cual ocurrió en el tiempo de Claudio. Los discípulos entonces, según cada uno de ellos prosperaba, determinaron enviar ayuda para los hermanos que habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.”
No puedo entonces hablarles de la disciplina en Cristo, si no vemos la importancia del presbiterio.
¿Pero por qué vemos que también dice en otros pasajes, como Hechos 15:22, que los acuerdos eran también entre presbiterios y apóstoles?
No es que unos sean sobre otros. Ambos son ancianos en Cristo, maduros en la estatura de la Fe del Hijo. Pero el presbiterio es territorial, pertenece a un territorio determinado, mientras que el apóstol es un enviado, literalmente es lo que significa la palabra apóstol, por esto su función no es fija.
Es decir, en mi vida puedo ser parte de un presbiterio de mi ciudad, luego me envíe el Señor como enviado, como apóstol a alguna otra ciudad o país por algún tiempo para edificar las en Cristo bases de la Iglesia en ese lugar, y luego terminada mi obra, ir como apóstol a otro lugar, o que el Señor me muestre que me quede en el lugar ahora como presbiterio fijo, o que vuelva a mi tierra de origen a volver a estar dentro del presbiterio que estaba. Y dentro del presbiterio operan los Ministerios de Cristo, como ejemplo vemos en Hechos 13:1, quienes eran el presbiterio de esta ciudad Antioquía en ese momento:
“Ahora bien, había en la iglesia que está en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón (llamado Negro), Lucio (el cireneo), Manaén (colactáneo de Herodes el tetrarca), y Saulo.“
(Recordemos que en este momento, el mencionado Saulo es el Apóstol Pablo antes de cambiar su nombre).
No se puede ser parte de un presbiterio, si no soy maduro y tengo un Ministerio formado, con los dones activos y madurados.
Y digo, los que habían hasta este momento, como ya vimos versículo 2 siguiente de Hechos 13, se muestra que Bernabé y Saulo son escogidos para ser enviados.
Otros versículos, del presbiterio y los apóstoles en acción, y la importancia de su actuar para ordenar las cosas de las Iglesias.
Hechos 15:6:
“Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para considerar este asunto.”
Hechos 16:4:
“Y cuando pasaban por las ciudades, les entregaban los acuerdos determinados por los apóstoles y los ancianos de Jerusalem para que los observaran.”
1 Pedro 5:5:
“ Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos, y todos vosotros revestíos de humildad los unos para con los otros, porque: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.”
Los Apóstoles en sus cartas, toman mucho tiempo importante, en escribir, saludar, y pedir por sus Hermanos, y los líderes. Vemos tanto en Segunda y Tercera de Juan, que el Apóstol Juan comienza saludando, y se presenta él como anciano, como presbiterio que se lee en idioma original:
2 Juan 1:1-3:
“El anciano a la señora electa y a sus hijos, a quienes yo amo en verdad, y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la Verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros, y con nosotros estará para siempre: Gracia, misericordia, y paz, estarán con nosotros, de Dios Padre y de Jesús el Mesías, el Hijo del Padre, en verdad y amor.”
3 Juan 1:1-3:
“El anciano al amado Gayo, a quien yo amo en verdad. ¡Oh amado, anhelo que en todas las cosas seas prosperado y tengas salud, así como prospera tu alma! Pues en gran manera me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo mayor gozo que éste: oír que mis hijos andan en la verdad.”
Veamos la profundidad del mensaje de Juan, como presbiterio, a la Iglesia. Es algo tremendo.
También vemos, en no descuidar lo que el presbiterio da a los Hermanos, e incluso entre los mismos del presbiterio, como tenemos ejemplo de Pablo con su discípulo Timoteo, en 1 Timoteo 4:14:
“No descuides el don que hay en ti, que te fue dado por medio de profecía con imposición de las manos del presbiterio.”
Descuidar aquí, es del griego “ameleo”, que significa también ser negligente. Ser descuidado en el sentido de no hacer caso, descuidar o desentenderse.
Lo recibido, el don, no vino de la nada, no cualquiera era enviado. Timoteo vivió un proceso de disciplina con discipulado con el Apóstol Pablo, y tras ser fiel, y probado por el Señor, para que el presbiterio en unanimidad con el Espíritu Santo lo vieran para enviar, Pablo vuelve a reforzar en Timoteo con que no sea ameleo. Porque no importa la estatura en Cristo, siempre uno puede caer en indisciplina.
En 1 Timoteo 4:16, vemos el resultado, lo que trae no caer en ser ameleo, no solo con el don que ha recibido, sino también con todo lo recibido de Cristo y el Cuerpo de Cristo:
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina, persiste en estas cosas; porque si haces esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.”
Es tan importante, que si soy ameleo no solo me daño a mi, sino a la obra que voy a hacer en Cristo. Literalmente Pablo le dice, no solo para que te salves tú, sino a los que te oirán ahora que eres enviado.
La característica de ser amaleo también la vemos en Hebreos 2:3:
“¿Cómo escaparemos nosotros, teniendo en poco una salvación tan grande?, la cual, comenzando a ser proclamada por el Señor, nos fue confirmada por los que lo oyeron a Él.”
“Teniendo en poco”, o traducido también como “negligente” en otras versiones, es la palabra en griego amaleo.
Esto no es menor, y lo vemos en la parábola de los talentos. Es el mismo principio que se quiere mostrar acá. Y termina diciendo el Señor en Mateo 25:26-30:
“Pero respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, ¿sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Debías, por tanto, llevar mi dinero a los banqueros, y al venir hubiera recibido lo mío con intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene le será dado y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera. Allí será el llanto y el crujido de los dientes.”
Aquí “negligente” en griego es “okneros”, que significa también indolente, negligente, perezoso, molesto. Y figurativamente también significa pesado y fastidioso
Tito es enviado como líder, con gran autoridad para designar incluso ancianos para el presbiterio de la ciudad; aquí la importancia que en cada territorio de Iglesia que se abra, llegue a tener un presbiterio operando, el cual sea escogido por otro anciano o apóstol, por un Hermano maduro en Cristo. Veamos estos dos pasajes, Tito 1:5 y 2:15:
“Por esta razón te dejé en Creta: Para que pusieras en orden lo que faltaba y designaras ancianos en cada ciudad, como te ordené.”
“Habla estas cosas, exhorta y reprende con toda autoridad. Ninguno te menosprecie.”
Menosprecie en griego es “periphroneō”, que también significa “despreciar”.
Este principio de honrar al presbiterio lo vemos también en 1 Timoteo 5:17:
“Los ancianos que guían apropiadamente, sean tenidos por dignos de doble honra, especialmente los que trabajan arduamente en la palabra y enseñanza.”
Y en cuanto a la disciplina que aplican, lo que se hace en público, en medio de las reuniones, debe ser reprendido en público también; principio de la reprensión que vemos en versículo 20 siguiente de capítulo anterior:
“A los que continúan pecando, repréndelos delante de todos, para que también los demás tengan temor.”
Pecar no es solamente algo grave como asesinato, robo, o adulterio que comunmente se piensa. La palabra pecado en griego es “hamartano”, que significa “errar en el blanco”.
Veamos el caso de Pedro, que Jesús le llegó a decir “apártate de mi Satanás”; Satanás que significa adversario. Y es que, ¿quién querría que un ser amado muriera? Pedro le llega a decir que no vaya a la cruz, pero Jesús ya les había revelado lo que tenía que suceder, que tenía que dar su vida. Pedro mismo habiendo experimentado momentos atrás la revelación de que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios viviente, revelación que Jesús le dice que no es por carne ni sangre, sino del Padre que está en los cielos, Pedro peca al decir esto momentos después: “Señor, ten compasión de ti. De ningún modo te suceda esto”. Todo esto lo vemos en Mateo 16. Y vemos también la consecuencia que viene para él, cuando es zarandeado por Satanás. Pero no desanimemos, porque Jesús es fiel y verdadero para que podamos volver a levantarnos, como le dice a Pedro en medio de esta situación, y que vemos en Lucas 22:32:
“Simón, Simón, he aquí Satanás os reclamó para zarandearos como a trigo. Pero Yo rogué por ti que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando hayas vuelto, fortalece a tus hermanos.”
Y vemos en los versículos 33 y 34 siguientes, otra consecuencia más que tenía que vivir Pedro.
En la disciplina, al reprender también vemos que no es un reto como el mundo lo hace, duramente, como castigo; se nos llama a la exhortación. Exhortar en el nuevo pacto, viene del griego parakaleō, que significa orar, presentar, rogar, alentar, amonestar, animar, confortar, consolación, consolar, exhortación, exhortar, exigencia.
Exhortar en español significa incitar a alguien con palabras, razones y ruegos a que haga o deje de hacer algo.
En Job 36:10 vemos la acción de Dios de exhortar:
“Les abre así el oído a la corrección, Y los exhorta a volverse de la iniquidad.”
Pero en el nuevo testamento, siendo unos con el Hijo y el Padre, y partícipes en la edificación del Cuerpo de Cristo, somos llamados a exhortar, sobre todo al presbiterio les es encomendada esta obra como ya hemos visto.
En Job 36:10 que acabamos de ver, exhortar en hebreo es “amar”, que es verbo de una comunicación directa o indirecta, y significa decir, hablar, relatar, ordenar, responder.
La responsabilidad de corregir, y cómo trae consecuencia, el no corregir, Ezequiel 3:17-19:
“Hijo de hombre, Yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y cuando oigas una palabra de mi boca, la darás a ellos como advertencia de parte mía. Cuando Yo diga al impío: De cierto morirás; y tú no se lo anticipes ni lo amonestes, para que el impío se aperciba de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero Yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú amonestas al impío, y él no se convierte de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.”
No disciplinar cuando Dios te ha mostrado hacerlo, y con el diseño que veamos del Padre para hacer, podemos hasta vivir la consecuencia de lo que le suceda al que no le aplicamos la disciplina. Vemos también sobre esto en Proverbios 28:23:
“El que reprende a otro será más estimado que el de lengua aduladora.”
No caigamos en que me quiero llevar bien con todos, nunca quedar mal con nadie. Van a existir roces, y lo vemos incluso con el Apóstol Pablo y los Hermanos líderes de Jerusalén. Porque como vemos en las escrituras en Proverbios 27:17:
“El hierro con el hierro se afila, Así aguza el hombre el semblante de su amigo.”
Así también, la importancia de no dejar de congregarnos como algunos tienen por costumbre, con la importancia del amor al hacerlo, como nos dice Hebreos 10:24-25; hay un diseño en ello, una perla y una llave a su vez muy importante, en vivir unos con otros como un solo Cuerpo de Cristo.
La bendición de la disciplina: Parte de lo importante que produce la disciplina, el crecimiento, y a lo que nos habilita, Hebreos 12:11-13:
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero más tarde da fruto apacible de justicia a los que por ella han sido ejercitados. Por tanto, fortaleced las manos debilitadas y las rodillas paralizadas, y haced sendas derechas para vuestros pies, para que no se disloque lo cojo, sino más bien que sea sanado.”
Aquí la importancia de que si no se corrige con disciplina, el estado postrer puede ser peor, cuando nos dice “para que no se disloque lo cojo, sino más bien que sea sanado.”
Vemos acá el fruto apacible de justicia que trae la disciplina, y que en ella somos ejercitados.
Qué nos habilita al ser ejercitados por la disciplina, Hebreos 5:14:
“Pero el alimento sólido es de los perfectos, de los que por la práctica, tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”
En el libro de Hebreos se iba a dar una gran revelación, pero no puede ser dado el alimento sólido a causa de esto, y vemos como se relata en el libro de Hebreos, no han sido perfeccionados, necesitan aún leche, y volver a repasar los rudimentos.
No digo que la disciplina sea el único diseño para este ejercitamiento de los sentidos que vemos acá. Hay mucho de crecimiento que ocurre también a nivel personal, en lo secreto con Dios, como vemos en Mateo 6:6. Pero es un punto crucial el de la disciplina que nos muestra el libro de Hebreos.
Con Jesús primero tenemos que ser discípulos, y allí se cumplen todas sus promesas. Y en el Hijo y el Padre somos también Hijos, pero debemos obedecer, o no somos ya sus Hijos, Efesios 2:1-2:
“En cuanto a vosotros, estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, según el curso de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, del espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia.”
Palabra dura. No seamos hijos de la desobediencia.
Este mismo principio, es el que vemos en Hebreo 12:8 que vimos al comienzo; leamoslo nuevamente, y ahora con la revelación de los versículos que hemos visto, para que el Padre nos revele aún una mayor profundidad:
“Pero si quedáis sin disciplina, de la cual todos han llegado a ser partícipes, entonces sois bastardos y no hijos.”
Puedo estar en un estado que siempre necesite leche, nunca crecer en Cristo, aún si me congrego año tras año, y con el tiempo caer en el estado postrer peor, se disloque lo cojo, para que luego ya no preste atención a la disciplina, y me vuelva un hijo de desobediencia, un bastardo ante Dios.
El permanecer, el no caer en ser ameleo, no es algo para los que llevan muchos años en la Iglesia. Es para todos, debe vivirse desde un comienzo, como vemos en Hechos 2:42, en los primeros pasos de la Iglesia tras la resurrección de Cristo en la cruz:
“Y estaban dedicados constantemente a la doctrina de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a las oraciones.”
Acá la palabra continuamente en griego es proskartereo que significa:
Ser firme, forma intensificada de kartereo (pros, hacia, intensivo, karteros, fuerte). Denota persistir firmemente en una cosa, y dando cuidado constante a ella. Significa también continuar, perseverar, persistir, siempre, constantemente diligente con alguna cosa, asistir asiduamente a todos los ejercicios en un lugar, adherirse estrechamente como servidor.
Seamos proskartereo también con la disciplina, comenzando con todo lo que el Padre ya nos ha mostrado en nuestras vidas y por nuestras familias, y todo lo que seguirá mostrando si somos fieles y verdaderos, como Él lo ha sido con nosotros.
Sean animados en Cristo y el Padre. Seamos persistente cada día, aún en la semana, seamos diligentes y toda la profundidad que significa esta palabra, que los Hermanos en Cristo ya vivían en los primeros años tras la cruz de Cristo.
Las bendiciones de permanecer en el abrigo del Padre – Los Reyes se Despiertan