Siendo hoy jueves 14 de Octubre 2021, les comparto algo que Dios me ha estado hablando en las últimas semanas, y meditaba hoy con todo lo que ha estado sucediendo por las próximas elecciones en Chile.
Puede que no seas de Chile, pero son principios para la Iglesia de cualquier nación, te animo a seguir leyendo.
Hay un punto importante que tiene que ver con los principios. Creo que a cualquier partido político, le podemos atribuir “valores Cristianos”, dependiendo del área en que se le mire.
La derecha es excelente en los valores de la familia, matrimonio, anti-aborto, entre otros. Y la izquierda por el lado de la equidad e igualdad, derechos sociales, entre otros.
El siguiente extracto de entrevista de anoche, resume el doble estándar de este sector que busca “casarse” con la Iglesia; doble estándar el cual hay también en el otro extremo político:
¿Por quién debemos votar en las próximas elecciones que nos represente como Iglesia?
El problema es, que si tenemos que plantearnos esta interrogante de tal manera, ya comenzamos a perder gobierno de Dios en la nación.
Es que la Iglesia, que puede atar y desatar en el Cielo como en la Tierra (Mateo 16:19), no debe casarse con una ideología o sector político para que haya paz en una nación, o en el peor de los casos tener que escoger “el mal menor” entre los candidatos que vayan quedando.
Un rey de un reino tan oscuro de tinieblas, Dios lo termina llamando “(Ciro) él es mi pastor”. No fue lo que este político de su época representaba y/o hacía como valores, fue la luz del pueblo de Dios que se manifestó frente a él, y la posterior disposición de este gobernante frente a esta luz. Pero también vemos en las escrituras, a otros gobernantes expuestos a la luz de Dios, pero que solo endurecieron su corazón, NO cambiaron, y solo vimos destrucción a su alrededor, como fue el caso del Faraón.
¿Importa quien salga electo? Claro que sí. Pero pedir guía del Espíritu Santo ya no debe ser por qué candidato representa “más cercanamente” mis valores de Hijo de Dios. Sino, la pregunta debe ser, qué candidato, más allá de sus valores y convicciones actuales, tiene un corazón justo, dispuesto a ser expuesto a la luz de Cristo (por medio de la Iglesia en la nación), para que cambie él y su forma de hacer las cosas, y gobierne con esa justicia y derecho que no es de este mundo.
Un paso lo damos nosotros, ser esa Luz para exponer al mundo, pero el otro paso es del gobernante, porque Dios respeta el libre albedrío.